Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es18.563**) interior de nuestro Monasterio, ver con nuestros ojos y oír con nuestros oídos al venerado don Bosco, de célebre y santo recuerdo. Para sustraerlo del gentío que le rodeaba y reclamaba en todas partes, se juzgó prudente que entrara furtivamente por nuestra puerta de carros. Iba acompañado por don Miguel Rúa y el señor Canonge, nuestro Superior. ((**It18.655**)) Llegó hasta nuestra sala de Comunidad, donde nos dirigió unas palabras edificantes. Teníamos por aquellos días en la enfermería una religiosa gravemente enferma. Era muy apreciada en la Comunidad por sus religiosas virtudes y se deseaba mucho su curación. Le rogamos que fuera a visitarla, con la secreta esperanza de que hiciera un milagro en su favor. Pero, después de haberla contemplado durante unos minutos, como para asegurarse de la voluntad del Señor y de las disposiciones de su alma, levantó el dedo y, señalando el cielo, dijo: <<íAl cielo, al cielo!...>> Lo que sucedió efectivamente, porque nuestra Hermana murió poco después. En el fervor de su veneración por el gran taumaturgo, nuestras Hermanas se ponían de rodillas a su paso y besaban su sotana. El señor Canonge, nuestro Superior, que iba a su lado, al advertirlo, se dirigió a ellas y les dijo muy bajo y sonriendo: <>. Esta preciosa visita no duró más que unos momentos. La gente que se dio cuenta de su desaparición y de que había entrado en nuestra casa, seguía con ansias de volver a verle y reclamaba su presencia con santa impaciencia. 20 (el original en francés) Carta del Superior del Seminario de Montpellier a don Bosco Muy querido y reverendo Padre: Nos ha proporcionado la más viva satisfacción al enviarnos, juntamente con sus obras, el precioso testimonio de que no nos ha olvidado. Muchas gracias por su amable recuerdo. El Seminario Mayor de Montpellier guarda la más grata impresión de su visita. Los buenos habitantes de esta Ciudad que le tributaron tan festiva acogida estarían dispuestos a renovarla y yo me ofrecería nuevamente a sostenerle y librarle del asalto de las gentes. Porque tuve que sudar un poco para contener el ímpetu del pueblo que quería besar la mano de un sacerdote pobre entre los pobres y lleno de achaques. En la página treinta y tres de su interesante opúsculo sobre el espíritu de San Vicente, dice: <>. Al leer estas líneas, me decía yo: he aquí el retrato de don Bosco que <> ha bajado de Turín para distribuir la limosna a unas pobres mujeres>>. ((**It18.656**)) Pero ya sabe usted, muy querido Padre, que me quedé con una gran pena. Le dejé totalmente con este pobre pueblo y no pude ni hablarle. Otra vez no seré tan desinteresado; me encerraré con usted y le preguntaré cuáles son sus pequeños secretos para llevar las almas al amor de Dios. (**Es18.563**))
<Anterior: 18. 562><Siguiente: 18. 564>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com