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((**Es18.382**) Se acordó no decir nada por el momento al Obispo de Lieja, sino dar solamente el consentimiento, a fin de que un día, cuando las cosas estuvieran ya encaminadas, se pudieran decir los motivos que habían decidido a don Bosco a llegar a esta conclusión. Fue entonces cuando don Bosco pronunció la conocida sentencia: -Hasta ahora hemos caminado siempre sobre seguro; no podemos equivocarnos: es María quien nos guía... Los hechos no tardaron en demostrar que, verdaderamente, María quería aquella casa en la ciudad del Corpus Christi. El Obispo, como se lo contó a monseñor Cagliero, siendo éste su huésped a fines de 1888, tuvo de ello una prueba luminosa. Cuando monseñor Doutreloux volvió a su diócesis se movió activamente para levantar el edificio. Había terreno apropiado para construir, pero costaba un ojo de la cara. Llamó Monseñor al propietario para inducirle a que sus exigencias fueran más modestas. Y él, al saber que se trataba de la obra de don Bosco, estuvo de acuerdo en cederlo por cincuenta mil francos, pero con escritura notarial. -Si está conforme, continuó diciendo, llamamos al notario y otorgamos la escritura del contrato inmediatamente. El Obispo estaba muy contento con la cantidad pedida, pero, como no disponía de cincuenta mil francos, rogóle esperara hasta la noche. Y, cuando aquel señor se marchó, se encerró en oración ante el Santísimo Sacramento. Al anochecer se presentaba en palacio un ((**It18.440**)) párroco de su diócesis y le decía que iba a entregarle una cantidad de dinero de parte de cierta persona, que quería ocultar su nombre, pero que deseaba se empleara en la obra de beneficencia que él sabía. -íTenemos tantas en la diócesis!, respondió. Está la de los pobres, la de... -No, no, Monseñor, interrumpió el otro. Esa persona desea que su dinero se emplee en una obra especial que V. E. tiene ahora entre manos. Mire que es una cantidad importante. ->>De cuánto se trata? Veamos. -Cincuenta mil francos. -íAh, ya está, démelos! Es el Señor quien le ha enviado. Los tomó, fue él mismo al propietario del terreno y, una hora después, quedaba firmado el contrato y sufragado su importe. Se hablaba mucho en Lieja de la próxima fundación y muchísimo de don Bosco. Después del regreso del Obispo, un industrial de Lieja hizo un viaje a Italia y quiso visitar el Oratorio. Sus impresiones se leen en una correspondencia del veintitrés de diciembre, desde Florencia, a (**Es18.382**))
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