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((**Es18.359**) salesiana, las noticias más seguras referentes a la parte que tuvo en ello don Bosco y las iremos exponiendo ordenadamente en el presente capítulo. CHILE Hubo un celosísimo cooperador salesiano, don Domingo Benigno Cruz, vicario general de Concepción, en Chile, el cual, dolido ante la vista del abandono con que vagabundeaban los muchachos de las clases menos pudientes, pensó que no había otro medio de salvación mas que la ida de los Salesianos. No era el único que pensaba así; varios obispos chilenos habían manifestado la misma convicción. Animado por esta coincidencia, empezó y mantuvo una activa correspondencia epistolar con monseñor Cagliero, contandole las necesidades allí existentes y pidiéndole ayuda. Y mientras él mantenía esta correspondencia, otro actuaba estimulado por él. Su secretario, don Espiridión Herrera, sacerdote de muy buen espíritu, y buen cooperador salesiano, tenía preparado para los deseados Salesianos un terreno cuadrado de ciento veinticinco metros de lado y un edificio en vías de construcción, una parte del cual servía ya para albergar una docena de muchachos pobres que, bajo su propia dirección, aprendían un oficio lo mejor posible. Habiendo leído en el Boletín Salesiano los principios del Oratorio, había reunido y estaba educando ((**It18.412**)) a aquellos muchachos según el sistema de don Bosco, aunque las ocupaciones de su cargo y del sagrado ministerio no le permitían una dedicación continua. Por tanto, allí se hubiera podido establecer una escuela profesional, cuya urgencia apremiaba, puesto que los masones ya habían fundado una, con grave daño y cada vez mayor peligro para los muchachos del pueblo. Don Domingo Cruz acariciaba, ademas, otro proyecto. El vasto territorio de Araucania, poblado por pequeñas tribus indias, dependía de la diócesis de Concepción. La mayor parte de aquellos salvajes estaba sin bautizar y había vivido siempre en guerra con la población civil; pero finalmente el Gobierno chileno los había dominado y sometido a la ley del Estado, y había atraído a sus tierras incultas millares de colonos italianos, suizos y alemanes, de forma que se creó un conjunto de católicos, protestantes e infieles. Urgía, pues, atender a las imperiosas necesidades espirituales de tanta gente. La extraordinaria escasez de clero diocesano no permitía enviar allí ni un sacerdote. Por eso, el buen Vicario invocaba también el auxilio de los Salesianos. (**Es18.359**))
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