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((**Es18.335**) decir palabra, dejando traslucir una secreta ternura; pero tampoco entonces se pudo comprender de qué se trataba. Era misterioso, en efecto, aquel querer hablar y no lograrlo. No parece improbable que el secreto de aquellos silencios guardara relación con una predicción y su correspondiente confirmación. Un día había dicho don Bosco a don Juan Bautista Tamietti: -Trabajarás hasta los cincuenta años y llegarás hasta los setenta y dos. Don Juan Bautista Tamietti nació el año 1848 y el 1898 fue atacado por una violenta fiebre tifoidea, de la que se libró, pero le quedó una profunda lesión en las facultades mentales. Vivió así, incapacitado para toda ocupación, hasta 1920. Todo exactamente como don Bosco había predicho. En sus coloquios, especialmente con los Superiores, eran muy frecuentes las alusiones a su próximo fin. Una tarde de septiembre, mientras cenaba en su habitación, se entretenía de silla a silla con don Moisés Veronesi, director de la colonia agrícola de Mogliano Véneto. Y, como competente en economía que era, le dijo: -A mí me queda ya poco tiempo de vida. Los Superiores de la Congregación no se convencen de ello y creen que don Bosco vivirá todavía muchos años más. Yo no siento morir; pero me preocupan las deudas del Sagrado Corazón. Don Francisco Dalmazzo es bueno, mas no es administrador... Pensar que se ha recogido tanto dinero... >>Qué dirán mis hijos al encontrarse con tantas deudas?... Ruega por mi alma; el año que viene ya no estaré para los ejercicios 1. Y pasando luego a otra cosa, don Moisés Veronesi le recordó que, algunos ((**It18.384**)) años antes, le había pronosticado la edad a que llegaría, con tal de que fuera bueno; y esa condición le tenía preocupado. -Pues bien, quitemos la condición, dijo don Bosco. Yo me voy pronto al paraíso para prepararte un sitio; tú vendrás también allí, acompañado de muchos más. Don Moisés Veronesi, nacido en el 1851, concluyó su carrera mortal a la veneranda edad de setenta y nueve años. Don Pablo Albera, inspector de las casas de Francia, tuvo también con don Bosco un último encuentro lleno de emoción. Presentóse a él para despedirse y quiso el Santo que se sentara a su lado. Hízole muchas preguntas sobre su casa de Marsella y sus hermanos y concluyó 1 Respecto a las deudas del Sagrado Corazón, el Ecónomo, don Antonio Sala, enviado a Roma para examinar de cerca la situación, descubrió que la deuda llegaba a trescientas cincuenta mil liras (Actas del Cap. Sup., veintiséis de octubre de 1887). (**Es18.335**))
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