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((**Es18.292**) cuerpo exige su debido reposo para poderlo emplear en obras que son de la mayor gloria de Dios. -Santo Padre, dijo entonces don Miguel Rúa; nosotros estamos dispuestos a obedecerle; pero es don Bosco quien nos da mal ejemplo en esto. Sonriéronse un poco; después don Miguel Rúa pidió y obtuvo que le permitiera solicitar una gracia. Explicó al Padre Santo ((**It18.333**)) el grave entorpecimiento que resultaba para el desarrollo de nuestra Pía Sociedad el decreto de la Sagrada Congregación de Ritos que prescribía el examen de dos o tres comisiones para los aspirantes de la Sociedad Salesiana, mientras que resultaría mucho más fácil, de acuerdo con las concesiones de Pío IX, confiar este examen al Capítulo local de cada casa, que, a continuación, enviaría su votación al Capítulo Superior para el juicio definitivo. El Papa le respondió que estimaba en mucho las razones expuestas; que se presentara por escrito la súplica y por el camino más seguro, esto es, por medio de monseñor Della Volpe, para que se la hiciera llegar a él mismo, que con gusto haría lo demás. La dispensa de la observancia de los decretos para la admisión y aceptación a los votos se concedió después para cinco años 1. Diole, por fin, una amplia bendición y se despidió de don Bosco con mucho cariño haciendo que le acompañasen hasta la escalinata. A su paso, los guardias suizos se cuadraron en su honor. Don Bosco, sonriendo, les dijo: -íNo soy ningún rey! Soy un pobre cura jorobado y no valgo nada. Estad tranquilos. Y aquellos guardias se acercaron a él y besaron reverentemente su mano. Algún día antes de la audiencia, habiéndose presentado al Santo Padre su propio sobrino, el conde Pecci, para que lo bendijera junto con su familia, el Papa le había dicho que fuera a don Bosco a pedir la bendición; y así lo hizo el día trece por la mañana 2. Poco tiempo después, encontrándose la Madre Daghero, Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora, en presencia de Su Santidad dijo el Pontífice: -íOh! Aquí tenemos una religiosa de don Bosco. Y volviéndose después a los prelados y Cardenales que le rodeaban, añadió: -Esta es una de las hijas afortunadas del Santo don Bosco 3. 1 Actas del Cap. Sup., 12 de septiembre de 1887. 2 Summ. sup. virt. De fama sanctitatis, núm. XIX, & 6 (testigo don Francisco Dalmazzo). 2 Esto lo supo monseñor Cagliero por el cardenal Guarino, arzobispo de Mesina, y por la misma Madre Superiora, y lo atestiguó en los procesos (Ib., & 10). (**Es18.292**))
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