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((**Es18.259**) se repetían las sacudidas a intervalos más o menos largos. Durante algunas noches los muchachos durmieron en tiendas de campaña al sereno. El Director del colegio de Varazze, después de algunos días, preguntó a don Bosco qué se debía hacer, si era el caso de entrar en casa o no. El Santo encargó que le contestaran: -Entrad en casa. El terremoto no os causará ningún daño. Y así fue. El centro de la máxima actividad había sido en el golfo de Génova, a lo largo de la línea que va desde Savona hasta Mentón. Huvo varios millares de víctimas. Por todas partes se veían casas en ruinas o a punto de derrumbarse; algunas iglesias hundidas; inmensos desastres por toda la región. Aquella desgracia conmovió los corazones italianos. Las subscripciones abiertas por los periódicos demuestran que aquella catástrofe se consideró como una desgracia nacional. Don Bosco, al darse cuenta de la importancia del mal, mandó escribir a los Directores de las casas salesianas de Liguria que se ofrecieran para prestar socorro con todos los medios posibles, materiales, personales y morales. Después, por encargo suyo, don Francisco Cerruti escribió a los Obispos de Savona, Albenga y Ventimiglia 1: <((**It18.294**)) todos los medios posibles, para auxiliar a los afectados por la desgracia, me encarga comunique a Vuestra Excelencia que él recibirá con mucho gusto y gratuitamente, aquí en Turín, y, si se precisa en Sampierdarena, a cuatro muchachos de los más necesitados que hayan quedado abandonados por causa del terremoto>>. Eran, pues, doce los muchachos que don Bosco se proponía educar y mantener. Pareció una gracia singular de la Virgen que los Salesianos y sus alumnos quedaran libres de desgracias personales, pues no hubo muertos, ni heridos, ni lesionados; pero los daños materiales fueron importantes. Los edificios del Piamonte sufrieron desperfectos fácilmente reparables; pero no así los de Liguria, donde hubo alguna de nuestras casas que quedó en mal estado, sobre todo la de Vallecrosia, que fue preciso desalojar del todo; por consiguiente, se cerraron las clases externas, se envió a las alumnas internas a sus casas y se llevó a 1 Turín, 28 de febrero de 1887. (**Es18.259**))
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