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((**Es18.193**) atravesar el Atlántico, con don Luis Lasagna a la cabeza. En la primera mitad de noviembre fue éste a Roma. Allí obtuvo del conde de Robilant, ministro de Asuntos Exteriores, una promesa de protección y una ayuda de mil quinientas liras. Ganóse tanto su confianza que llegó a asegurarle que no era masón, como se decía por todas partes. Fue recibido en audiencia privada por el Padre Santo, que quiso le informase en seguida sobre la salud de don Bosco y le preguntó muchas cosas sobre las misiones. Cuando oyó las necesidades de Brasil y supo que don Bosco, ((**It18.215**)) movido únicamente por la caridad de Jesucristo, había preparado una verdadera falange de misioneros, el Papa prorrumpió en estas palabras: -Publicadlo para honra de Turín y gloria de la Congregación Salesiana. Esto me llena el corazón de alegría y de esperanza. Yo espero grandes cosas de la Congregación Salesiana para la Iglesia y para la sociedad. Fue después don Luis Lasagna a Casale, para saludar a un hermano suyo que estaba en el Seminario y a otros parientes y amigos. Y estuvo en un tris de tener que renunciar para siempre a sus empresas misioneras, porque algunos distinguidos eclesiásticos y seglares, admirados de sus excelentes dotes, tuvieron la idea de pedirlo a la Santa Sede para Obispo, ya que la diócesis se encontraba sin Pastor por la reciente muerte de monseñor Ferré. De la idea se pasó a los hechos y hubo dos canónigos que llevaron a don Bosco una súplica en tal sentido, rogándole que él mismo la presentara al Padre Santo con unas palabras suyas de recomendación. <>. Don Bosco remitió la súplica al cardenal Alimonda, a fin de que él hiciera lo que mejor creyere en el Señor. El Cardenal le preguntó cuál era su pensamiento. Don Bosco respondió que no quería intervenir de ningún modo en semejante asunto, sino que deseaba estar completamente al margen. La súplica se puso en marcha; pero era demasiado tarde, porque León XIII ya había designado a otro. La Providencia había dispuesto que don Luis Lasagna llegara a obispo sin dejar de ser misionero. Cuando se realizó este designio de la Providencia, y fue en el 1893, tuvo cumplimiento una tácita predicción que don Bosco hizo a don Luis Lasagna el día del adiós. Aquel día, dos de diciembre, en la hora que precedió a la sagrada ceremonia, don Luis, al terminar su último 1 El canónigo Romagnoli y don Luis Calcagno, Casale 26 de noviembre de 1886. (**Es18.193**))
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