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((**Es18.153**) Al mes siguiente, se honraba a don Bosco en La Spezia, no por el pueblo de dicha ciudad, sino por el mismo Rey de Italia. Se dirigía el Rey Humberto a Génova para asistir el día diecisiete de julio a la ((**It18.169**)) inauguración del monumento a Víctor Manuel II, su augusto padre, y se detuvo un par de horas en la ciudad marinera. La autoridad municipal invitó también al Colegio para el recibimiento y el Rey agradeció la presencia de una representación del Instituto rindiéndole honores. Al llegar, ya había reparado en aquel grupo de muchachos dispuestos en dos filas delante del hotel y había preguntado quiénes eran. Don Angel Caimo, consejero escolástico, estaba encargado de leerle un saludo, pero la brevedad del tiempo no se lo permimitió. Su Majestad le pidió algunas informaciones; después, dirigiéndose al Gobernador de la provincia y a los oficiales que le rodeaban, dijo: -Verdaderamente es algo sorprendente. Este don Bosco tiene una actividad extraordinaria; sus obras ya están extendidas por muchas partes del mundo. íY cuánto bien hace! En Turín ha levantado un Instituto modelo, que puede compararse con los mejores. Manifestó a continuación deseos de volver a ver a todos los muchachos a la hora de partir. Entonces el general Pasi, su primer ayudante de campo, ordenó que se formaran, a la salida, delante de la tropa y que, en aquel momento, solamente sonara su banda. El Rey pasó ante ellos, mirándolos constantemente y saludando con una inclinación a los superiores. Al día siguiente, enviaba el Alcalde al Director del Colegio el caritativo donativo del Rey de cuatrocientas liras. De ahora en adelante no tendremos sueños importantes que narrar. El sueño de Barcelona fue el último de los grandes sueños de don Bosco. Posteriormente contó otros, pero de orden meramente natural y como por pasatiempo. He aquí uno que expuso a sus oyentes el día nueve de agosto. Vio a numerosos labradores que subían a un henar, mirando por una y otra parte si había heno, pero sin hallarlo. Bajaron a la cuadra, registraron los pesebres y encontraron algunos residuos. -Pero >>cómo arreglárnoslas? se decían entre sí. La primavera toca a su fin y estamos sin heno. -No nos queda más solución, murmuraba uno de ellos, que matar las vacas y comernos la carne. ((**It18.170**)) ->>Y después?, replicó otro. Haremos como las vacas de Faraón, que se comieron entre sí. Vio después muchas maletas muy bonitas, cerradas, que nadie (**Es18.153**))
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