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((**Es18.126**) llamó la atención de todos e hizo que la celebraran con demostraciones de gran alegría. Con las alabanzas a san José se fueron intercalando alusiones a los viajes de don Bosco, al bien que él había conseguido realizar, a la condecoración de Barcelona y a tantas otras cosas que le conmovieron hasta las lágrimas. Los obreros católicos del Borgo Dora, de los que don Bosco era presidente honorario, habían enviado una representación con un afectuoso saludo para leerlo en público 1. El Santo quedó tan contento que mandó sacar copia de las cosas leídas, escribirlas con letra caligráfica, formar un elegante folleto y enviarlo a España a la noble familia Martí Codolar. <>. Quien más que nadie gozaba de la llegada de don Bosco a Turín era el cardenal Alimonda. Después de unos días, cuando creyó que don Bosco se habría repuesto del ajetreo de aquel viaje, que algunos calificaron de <> 2, el dieciocho de mayo por la mañana, fue de improviso al Oratorio para verlo. No fue una visita de mero cumplimiento, sino de cordial ((**It18.138**)) amistad, como lo prueba que la prolongase por más de una hora. Por desdicha encontró al Siervo de Dios en el estado lastimoso con que lo describe el día veinte de mayo don José Lazzero al Vicario Apostólico de la Patagonia: <>. Por consiguiente también esta vez, aunque parecía que, en aquel estado, don Bosco no podría llegar a la meta prefijada, sin embargo, secundando una idea que duraba hacía tiempo en él, sin consultar sus propias fuerzas, sin tener en cuenta la ordinaria prudencia humana, 1 Ap., Doc. núm. 23. 2 Actas de la junta de señoras de Marsella, sesión del 13 de mayo de 1886. (**Es18.126**))
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