Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es18.123**) marcha, que invadió la iglesia de San Luis a donde fue a celebrar la misa y después la plaza y las calles adyacentes. Fue recibido, como de costumbre, por el párroco y el clero en la puerta; y, al evangelio, explicó un poco la historia de la iglesia del Sagrado Corazón en Roma. Después de la misa, dio audiencias en la casa rectoral, en la iglesia de San Lorenzo que visitó y en el Seminario. A las ocho de la tarde fue a San Andrés para participar en el piadoso ejercicio del mes de María. Ya había oscurecido y una multitud de gente esperaba en la plaza, porque en la iglesia no se podía entrar. Temiendo ((**It18.134**)) una desgracia, ante tanta confusión, don Bosco bajó del coche y algunos señores en compañía del hercúleo Graziano, un coadjutor que había venido a su encuentro desde Italia, le rodearon y lo mejor que pudieron le abrieron paso. El Siervo de Dios estaba tan cansado que no podía más; con todo, quiso decir unas palabras al pueblo, se acercó a la balaustrada y dio su bendición. Si la entrada en la iglesia fue peligrosa, la salida fue una empresa de miedo: con aquella multitud de gente impaciente, podía suceder cualquier cosa. <>. Y con todo, para el que se encontrara lejos del alboroto aquel, debióle parecer un conmovedor espectáculo de fe. El último día, quince de mayo, no salió del seminario hasta el momento de la partida. Celebró la misa de la comunidad y se despidió de los seminaristas. No vio al Obispo de la diócesis, monseñor Fava, por encontrarse ausente de la ciudad; don Bosco, sin embargo, había ido a su palacio, apenas llegó, por considerar que era un deber suyo visitarlo, en señal de respeto. Finalmente, a las nueve, dejó Grenoble y salió para Italia en el tren directo, dando el adiós definitivo a Francia, cuya benevolencia y generosidad había experimentado de tantas formas. Lemoyne recogió la noticia de un hecho prodigioso que sucedió en Grenoble, antes de que llegase don Bosco. Un tal Darberio tenía un hijo enfermo de mal incurable y, lo que más afligía a aquella piadosa familia, se oponía a recibir los sacramentos; por ello el padre se había dirigido a don Bosco por carta, suplicándole que rezara a Dios para que al menos tocara el corazón de aquel desgraciado. (**Es18.123**))
<Anterior: 18. 122><Siguiente: 18. 124>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com