Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es18.113**) del Sagrado Corazón, que le esperaban impacientes. <>, nos escribía el día 25 de febrero de 1934 una de las supervivientes, la cual continuaba: <>. Estuvo allí un cuarto de hora, sentado en un sillón y rodeado de la comunidad, de las educandas y de un grupo de señoras. Habló unos minutos; después empezaron a acercársele varias personas que le confiaban una a una sus penas o le pedían oraciones. El escuchaba a todas con ((**It18.122**)) bondad. Se le acercó una chiquita que, con las manos juntas y las lágrimas en los ojos, le suplicó diciendo: -íPadre, haga que vuelva mi mamá! ->>Y dónde está?, le preguntó el Santo. -Se ha muerto, respondió el angelito. -Deja que esté con el Señor, le dijo don Bosco. Allí está muy bien. Como se hacía tarde, dijo en alta voz de modo que todos se enteraran: -No puedo escuchar a todos. Les daré la bendición y pediré al Señor que les conceda las gracias que desean. La religiosa que nos dio estas noticias, era todavía seglar. Sentía algo de vocación, pero de una manera abstracta y llevada por la fe más que por sentir inclinación. Se encontraba pasando unos días en el convento, pero no estaba decidida a quedarse allí; la Superiora, por el contrario, para tenerla más al seguro, hubiera querido que aquella misma tarde marchara al noviciado. Pero alejarse así de repente de la familia, sin habérselo hecho saber antes a sus padres y sin despedirse siquiera y sin poder disfrutar un día más de la vida de soltera que tanto le halagaba, era algo que le desconcertaba. En tal estado de ánimo, cuando don Bosco pasó a su lado y la contempló, ella permaneció indiferente. La Superiora le hizo señas de que la siguiera. Obedeció, bajó las escaleras lentamente detrás del Santo y cuando llegaron al jardín, la madre quiso que pasara delante de don Bosco y le indicó que se arrodillara para recibir una bendición que ella no había pedido ni deseaba. Sin embargo, obedeció. El puso paternalmente su mano sobre aquella cabeza hirviente y, apretándole fuertemente, le dijo: -Pobre hija mía, tenga confianza; tendrá que luchar mucho, sí; mucho... pero... (**Es18.113**))
<Anterior: 18. 112><Siguiente: 18. 114>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com