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((**Es18.102**) La misma señora, al volver aquel día a su domicilio visitó a la familia Figueras, en cuya casa sabía que una de las hijas se encontraba gravemente enferma con frecuentísimas hemorragias. Contó lo que había visto y oído de don Bosco y entregó a la madre de la enferma una medalla que le había regalado el Siervo de Dios, recomendando que tuviera fe y se la colocara al cuello de la enferma. Pues bien, desde aquel momento, cesaron para siempre las hemorragias. Una prima de dicha señora sufría también, desde hacía varios años, abundantes perdidas de sangre. Al oír la maravillas de don Bosco, dijo un día llena de fe, a quien le hablaba: -Yo no necesito presentarme a él, me bastaría oír su misa. Y, en efecto, en cuanto pudo oírla, quedó completamante curada 1. Otros dos hechos se los refirió a Lemoyne don Felipe Rinaldi, que los había oído a personas dignas de crédito, ((**It18.109**)) cuando él era Inspector en España. Una señora, muy afligida por continuos abortos, confió su pena a don Bosco. El Santo la consoló y le dijo: -Esté tranquila. De hoy en adelante, no será así. Cosa singular: tuvo aún siete hijos, todos ellos llenos de vigor y vida. El profesor Dalmau se presentó a don Bosco acompañado de su esposa y sus hijos. La señora llevaba en brazos un niño de uno o dos años. Padre y madre le pidieron la bendición y encomendaron a sus oraciones a los hijos para que fueran buenos cristianos. Don Bosco alzó sus ojos al cielo, estuvo un minuto en recogimiento y, después, señalando a los más grandecitos, dijo sonriendo: -A todos estos los haremos religiosos. Y después, volviéndose al pequeñito, continuó: -Y éste para don Bosco.. Los esposos no contaron a nadie aquellas palabras, pero seguían atentamente el desenvolvimiento de los acontecimientos: uno tras otro los hijos mayores se fueron haciendo religiosos en distintos Institutos, uno de ellos entró en la Compañía de Jesús, y el más pequeño se hizo salesiano. También se cumplió exactamente otra predicción de don Bosco. Se experimentaba en Sarriá la necesidad de que fueran las Hijas de María Auxiliadora; él mismo reconoció, sobre el lugar, todas las conveniencias y un día vio que, cerca de la casa, había una quinta bien cercada y dijo a don Juan Branda: 1 Relación de la testigo Josefa Ferrea, viuda de Pons, Barcelona, 18 de julio de 1909. (**Es18.102**))
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