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((**Es17.92**) A la una y tres cuartos entró don Bosco en la sala del Papa. La puerta quedó abierta unos instantes. Los camareros de honor, el camarero secreto participante y el oficial de los guardias nobles se acercaron a ella para observar cómo lo recibía el Padre Santo. Resonó la voz del Pontífice tan claramente que Lemoyne la pudo oír. -íOh, don Bosco, dijo enseguida el Papa, cómo está? Cómo va su salud? >>Y los ojos? Oigo decir que no está muy bien. Don Bosco, que se había arrodillado, besó su pie: después pidió permiso para permanecer de pie, porque, en aquella posición, no habría podido resistir. -De pie no, contestó el Papa, sentado. Y le señaló una silla, que mandó acercar a monseñor Macchi. Don Bosco dio las gracias a Su Santidad y se sentó. En presencia de León XIII, sólo ((**It17.98**)) el ya difunto cardenal Caterini había tenido el privilegio de estar sentado, porque frisaba los noventa años. Monseñor Macchi no se había movido todavía de su sitio. El Papa le dijo: -Puede retirarse. Al salir éste, los que estaban a la escucha se echaron atrás. Ahora, siguiendo los apuntes de Lemoyne y algunos datos tomados de las actas manuscritas del Capítulo Superior, iremos exponiendo detalladamente el desarrollo de la audiencia. El preludio del coloquio fue el tema de la salud. León XIII, después de pedirle noticias al respecto, dijo: -Es absolutamente necesario que se cuide y no escatime los medios necesarios para sostenerse y recobrar sus fuerzas. Tenga cuidado de sí mismo sin tantos escrúpulos. Deje de desgastarse en adelante. Haga trabajar a los otros. Hace falta que viva todavía, porque su vida no le pertenece a usted sino a la Iglesia y a la Congregación que ha fundado, la cual le necesita para obtener los frutos que la Providencia de Dios quiere. Don Bosco, usted es necesario. Su obra ha crecido y se ha extendido. Italia, Francia, España, América, los mismos salvajes reclaman su existencia. Usted tiene hijos que seguirán su espíritu, pero ellos estarán siempre en segunda línea detrás de usted. No importa que, en este momento, no pueda dedicarse a trabajar mucho. Su vida, su existencia, su consejo son cosas necesarias, que yo y todos sus amigos deseamos vivamente, a fin de que pueda llevar a término las obras empezadas. Si yo estuviese enfermo, usted haría, no lo dudo, Bendición especial para colaboradores de la iglesia y hospicio del Sagrado Corazón. 8.° A todos los salesianos, alumnos y cooperadores. 9.° Secretario (es decir, presentarlo al Papa).(**Es17.92**))
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