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((**Es17.85**) Al anochecer, presentóse un señor polaco, riquísimo y ferviente católico, que dedicaba abundante dinero para costear en su patria los estudios de jóvenes aspirantes al estado eclesiástico, rogándole que fuera a visitar a una hermana suya gravemente enferma. Don Bosco, aunque estaba cansado, no se atrevió a negarse. Toda la familia ((**It17.89**)) lo recibió de rodillas con la misma veneración que sólo se tiene a los Santos. Tantas fatigas, agravadas por penosos disgustos, avivaban más y más sus achaques. Padecía del hígado y tenía un ojo inflamado. El veintisiete de abril, lo acometió una fiebre que le duró tres días. Una noche fue tan grande el malestar que se vio forzado a dejar la cama; a ciertas horas del día se quedaba agotado y sin fuerzas. Lemoyne escribía en la primera semana de mayo a don Miguel Rúa estas angustiadas palabras: <>. A pesar de todo, se preparaba para dar una conferencia a los Cooperadores romanos. Los convocó, pues, en la iglesia de las nobles Oblatas de Tor de'Specchi para el ocho de mayo. La incesante lluvia no impidió que se reuniese en ella un selecto auditorio. Presidía el Cardenal Vicario. Cantóse un motete y se leyó un capítulo de la vida de san Francisco de Sales. Y don Bosco, desde la tribuna, pronunció estas breves palabras, que fueron recogidas por Lemoyne. Empiezo por dar las gracias, de forma viva y cordial al Eminentísimo Cardenal Vicario, que se ha dignado aceptar la presidencia de esta pía reunión, y, a pesar del mal tiempo, ha tenido la bondad de venir hasta aquí. Dirijo, después, mi saludo a vosotros, señores cooperadores y señoras cooperadoras, y al mismo tiempo os manifiesto mi profunda gratitud por haber aceptado con tanta caridad mi invitación. Si me lo permitís, os haré deprisa una breve relación de las obras llevadas a cabo por los Salesianos, pues han pasado ya dos años desde que tuve el honor de hablaros. Hace dos años se trataba de buscar la manera de aumentar las casas ((**It17.90**)) donde educar cristianamente a los jóvenes, ya que crecen, cada día más, los peligros para sus almas. Gracias al Cielo y a la caridad de los Cooperadores Salesianos, puedo anunciaros con gran satisfacción de mi alma que los deseos entonces manifestados alcanzaron un buen resultado, pues casi se han duplicado las casas. Hay en ellas más de cien(**Es17.85**))
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