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((**Es17.726**) de uno de nuestro clérigos. >>Quién hubiera pronosticado que, a la misma hora de las tres y media, cuando este jovencito Martín Aníbal nacía a la gracia del Bautismo, su catequista Paseri nacía, como esperamos, para la gloria, expirando a la misma hora? Nadie podía imaginar semejante coincidencia; por eso, fue para todos una admirable y dulce sorpresa al ver cumplirse aquello del Animam salvasti, animam tuam praedestinasti. Martin se hizo bueno, diligente y piadoso; se confesó e hizo la primera Comunión con gran transporte de devoción en la Nochebuena; sólo con tres meses de estudio, ganó dos premios en los exámenes y esperamos que, al comenzar el curso escolar, su padre lo dejará volver, pues también él parece reconocer el saludable efecto de los santos sacramentos en su hijo. María Santísima nos preparaba otra admirable coincidencia para el quinto día de su mes, como para distraernos de la aflicción que nos causó la inesperada muerte del padre Paseri; porque, en el momento en que él expiraba, se presentó un joven que se decía protestante, acompañado por su padre, que quería aprender el oficio de encuadernador y conocer la religión católica. La sencillez del joven y la franqueza con que nos aseguró que sentía estímulos interiores, que lo movían hacia nuestra santa religión, nos hicieron pasar por alto sus dieciocho años de edad y otras pequeñas condiciones del programa del Colegio. Al principio se notaba en él mucha frialdad para decidirse, aunque se veía que hablaba sinceramente y deseaba instruirse; no faltaba nunca a los sermones del mes de María; durante el recreo de después de la comida, paseaba con un clérigo y se hacía explicar la religión; incluso, mientras trabajaba en el taller, pedía a los más pequeños explicación de alguna verdad o ceremonia religiosa. Mientras tanto, llegamos a descubrir algún enredo o estafa por parte de los presuntos protestantes. Supimos que el joven y toda su familia, de catorce personas, eran judíos de pura cepa; que el padre, que había educado al joven, era al mismo tiempo Rabino en su casa y con los judíos, y protestante (por lo menos en apariencia) en el templo público de los protestantes suizo-alemanes, que éstos ((**It17.841**)) tienen en Buenos Aires. Este singular Ministro lee el Evangelio públicamente, sabe latín y hebreo y explica en alemán su hipócrita elocuencia, para embaucar a los pobres papanatas judíos y protestantes. Y no es eso todo, pues al examinar las creencias de su primer discípulo, el hijo, hemos encontrado que le enseñaba a dudar de todo, a negar la vida futura, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y así sucesivamente, de modo que los supuestos protestantes y judíos eran en realidad verdaderos ateos y materialistas, reconocidos, a pesar de todo, como maestros de la sinagoga y de la reforma. Nos contó el joven la bonita manera de bautizar que tienen. Se prepara lujosamente la cuna del niño y se juntan todos los parientes; después, el más respetable de éstos levanta tres veces en sus brazos al niño, llamándolo con el nombre que quiere ponerle y repitiéndolo todos los asistentes; después de esto, esparce algunas nueces o avellanas por la habitación y la función queda concluida. Nuestro Adolfo aseguraba que había visto bautizar (así llama él esta insulsa ceremonia) de esta manera a sus trece hermanos (dos de los cuales han muerto) y que, de esta misma manera, le habían dicho, había sido bautizado él mismo. Habíamos fijado al catecúmeno dos meses para que se decidiera; pero, al término del primero, ya casi se sentía resuelto a ser católico; al principio de la Novena de Navidad, se presentó al Superior y le dijo que deseaba recibir el Bautismo en la noche de Navidad y, si era posible, deseaba hacer en aquella misma solemnidad la primera comunión. Fue examinado y se le encontró suficientemente instruido para este segundo Sacramento; se pidió al Exmo. señor Arzobispo la facultad para recibir la abjuración (dudándose todavía que fuese protestante no bien bautiza(**Es17.726**))
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