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((**Es17.67**) fama. Era aquel que, el año anterior, había experimentado los benéficos efectos de una bendición del Santo 1. El Conde y la Condesa, felicísimos de tenerle consigo, le invitaron a pernoctar en la espléndida quinta donde vivían y él aceptó. Después de los primeros agasajos salieron a pasear por el parque, que se extendía desde la cumbre de una colinita hasta el mar. El paseo duró hora y media. Don Bosco iba con los Condes, y don Juan Bautista Lemoyne con los hijos. Al día siguiente, jueves santo, se confesaron éstos con don Bosco y le ayudaron a misa en la capilla de casa; todos cumplieron con Pascua. Escribe Lemoyne 2: <>. Tomaron el tren y llegaron a La Spezia hacia las dos de la tarde. Aquel descanso había repuesto visiblemente a don Bosco. En la Spezia le esperaban el día nueve para una conferencia a los Cooperadores, pero la parada de Rapallo, más larga de lo previsto, se lo impidió. Habló en su lugar el canónigo David Marinozzi, predicador de la cuaresma. Su estancia hizo que la Pascua fuera más alegre que nunca para los Salesianos y sus muchachos. Pero, como sentía marcharse sin haber dicho una palabra en público, lo hizo por la tarde de la gran solemnidad; y, como se encontraba con más fuerzas que de costumbre, habló con brío y largo rato. Lemoyne envió a Turín ((**It17.68**)) un amplio resumen de su discurso, que nos parece oportuno trasladar aquí tal como se publicó en el Boletín de mayo. Me presento ante vosotros, queridos oyentes, verdaderamente conmovido y agradecido por el bien que habéis hecho y seguís haciendo todavía a este o Salesiano. íCuántos jovencitos os deberán el haber conservado la fe, haber vivido como buenos cristianos y haber alcanzado la eterna felicidad! Con tal fin, llamo de nuevo a vuestra caridad, y os recomiendo una colecta para el sostenimiento de obras que no son mías, sino del Sumo Pontífice, y que le interesan mucho. El, el inmortal Pontífice León XIII, es el primero en daros un espléndido ejemplo. Si existe en La Spezia este Oratorio, donde tantos jovencitos encuentran el pan de la vida a El debemos darle las gracias. Sí; el Padre Santo es pobre, vive de limosna, porque le arrebataron todo; sin embargo, el pobre Pontífice encuentra la manera de enviar a La Spezia unos socorros que le empobrecen todavía más, para ayudar a los jovencitos de vuestras familias, de vuestra ciudad. Imitad, pues, este espléndido ejemplo de generosidad. Me diréis: ->>Y hasta cuándo tendremos que seguir prestándonos a estas obras de beneficencia? >>Hasta cuándo?- Queridos míos, hasta que haya almas que salvar, hasta que los muchachos pobres no estén libres de asechanzas y de engaños, hasta que lleguen a las puertas de la eternidad y hayan entrado en el paraíso, donde podrán encontrarse al seguro de las emboscadas que les prepara el enemigo. 1 Véase Vol. XVI, pág. 192. 2 Carta a don Juan Bonetti. La Spezia, 10 de abril de 1884.(**Es17.67**))
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