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((**Es17.537**) libertad suficiente para instruirlos y bautizarlos, tuvo que sostener inicialmente luchas encarnizadas. Aquellas incipientes poblaciones, compuestas de indios convertidos y de cristianos pervertidos, al oír la noticia de su llegada, ansiaban ver al enviado del Papa y conocer a un Obispo; pero no iban más allá de la simple curiosidad. Monseñor se dio cuenta muy pronto de que sus esperanzas tenían que fundarse sobre las nuevas generaciones; por lo cual, encaminaba sus esfuerzos a granjearse el afecto de los muchachos y las muchachas. Los Salesianos y las Hermanas ya habían obtenido algo con sus dos colegios en Patagones y en Viedma; en ellos, encontraba una encantadora confianza y sencillez. Los numerosos alumnos de las mismas unos eran internos y otros externos. El oratorio festivo completaba la obra. Pero era necesario que el Vicario Apostólico pensara, al propio tiempo, en las misiones propiamente dichas. Envió para ello al intrépido don Domingo Milanesio, en compañía de un coadjutor, a hacer una excursión para preparar el terreno de su próxima visita; don José Fagnano, por su parte, había despertado gran expectación entre los indios Linares. Antes de lanzarse a la empresa envió una relación oficial a Propaganda sobre el estado de su escabrosa misión, y también a la Propagación de la Fe. Monseñor Cagliero daba estas y otras noticias a don Miguel Rúa en una carta del día treinta de julio, en la que decía de los Salesianos de allí: <((**It17.626**)) que le aman y le hacen amar>>. Esta carta le mereció otra bellísima de don Bosco. Mi querido Cagliero: Tu carta me ha dado un gran alegrón y, aunque mi vista se ha debilitado mucho, he querido leerla yo mismo de punta a cabo, a pesar de esa caligrafía, que dices haber aprendido de mí, pero que ha degenerado de su forma primitiva. A las cuestiones de administración, ya contestarán otros por mí. Por mi parte, te diré lo que sigue. Cuando escribas a la Propagación de la Fe y a la Obra de la Santa Infancia, procura que entre en el cálculo todo lo que en diversos tiempos han hecho los Salesianos. Creo que tienes los módulos que te han de servir para exponer nuestras cosas a estos Presidentes, que también reciben de buen grado los escritos en italiano, cuando hubiese dificultades en la lengua francesa. Si no basta una carta, escribe también varias en torno a las excursiones de don José Fagnano, don Domingo Milanesio, don José María Beauvoir, etc. Nótese particularmente (el número de) bautizados, confirmados, instruidos, albergados en internados en el pasado o en el presente. No olvidar que, en la exposición para la Propaganda, se diga todo, pero de modo general. Para la Propaganda de la Fe, viajes, comercio y descubrimientos; para la Santa Infancia se (**Es17.537**))
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