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((**Es17.43**) palabra y habló en su lugar el director don Francisco Cerruti, mientras él asistía en el presbiterio. Acudieron también don Nicolás Cibrario, de Vallecrosia, y don José Ronchail, de Niza. El Boletín de abril, al dar la noticia, aprovechaba la ocasión para recomendar a las oraciones de todos a don Bosco, que desde algún tiempo sentía que se debilitaban sus fuerzas. <>. Don Francisco Cerruti, con la idea de distraerle un poco, lo llevó a bendecir a un joven de más de veinte años, un tal Airoldi, que se había vuelto loco. Este, en su locura trató descortésmente a don Bosco. El Director, aunque le veía tranquilo, manifestóle su pesar por las palabras ((**It17.39**)) y modales vulgares de aquel infeliz. -íOh, querido mío!, contestó el Santo, esto no es nada. >>Quieres saber lo que me sucedió en Turín hace unos años? -Sí, cuéntemelo. Y le contó don Bosco que, un día, había ido a visitarle una señora y le rogó encarecidamente que fuese a ver a cierto señor próximo a morir. Ocupaba éste un altísimo grado en la masonería y había rechazado resueltamente de su lado a todo sacerdote; aunque con dificultad, sólo permitía que se invitase a don Bosco. Acudió el Santo al momento; pero, nada más entrar en la habitación y cerrar la puerta, oyó que le decía con un esfuerzo desesperado: ->>Viene como amigo o como sacerdote? íPobre de usted, si me mienta la confesión! Y, dicho esto, sacó dos pistolas, que tenía a los dos lados de la cama, se las apuntó al pecho y siguió diciendo: -No olvide que, sólo al oír la palabra confesión, un tiro será para usted y el otro para mí. Ya no me quedan más que unos pocos días de vida. ->>Y no se asustó usted?, le preguntó don Francisco Cerruti. Le contesté sencillamente que estuviese tranquilo, pues no le hablaría de confesión sin su permiso. Le pregunté después sobre la enfermedad y el diagnóstico de los médicos. A continuación, empecé a hablarle de cosas de historia, hasta que, paso a paso, llegué a describirle la muerte de Voltaire. Acabé diciendo que, si bien algunos opinaran que Voltaire se condenó, yo no le daba por condenado o, por lo(**Es17.43**))
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