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((**Es17.400**) proporciones. Las casas, las iglesias, los muchachos recogidos se multiplican de día en día. De todas partes nos llaman para nuevas fundaciones, para albergar muchachos que vagabundean por calles y plazas con peligro de perder la fe y la moralidad, y en camino del deshonor y de la cárcel. Por este consolador aumento y progreso de buenas obras, sean dadas ante todo alabanzas al Señor y, después, a vosotros, caritativos señores y señoras. Sí, de vosotros depende también la salud del cuerpo y del alma de tantos muchachos y muchachas. En vuestras manos está su suerte temporal y eterna. Pero nuestra institución toma proporciones gigantescas en Patagonia, adonde acaba de ir monseñor Juan Cagliero. En todas partes hay trabajo, hay escuelas, asilos, iglesias; y después de lo que se ha hecho, se ha trabajado, se ha provisto, hay que comenzar de nuevo, porque las peticiones y las tareas aumentan cada día. Os baste saber que, si tuviésemos dos mil misioneros a nuestra disposición, los podríamos emplear a todos; si tuviésemos dos mil iglesias, podríamos llenarlas todas de fieles y aumentar así el número de los elegidos. Monseñor Cagliero, rodeado de tanta mies, escribe desde allí y exclama: íEuropeos, vosotros que estáis en la flor del catolicismo, venid aquí y veréis. Veréis una inmensa multitud de personas, que os sigue, que os pide caridad, no la caridad del dinero o del pan, sino la caridad espiritual, esto es, instrucción, religión, civilización, la salud del alma. Pero >>en qué obras se os invita a participar especialmente a fin de ser buenos Cooperadores y buenas Cooperadoras? Os diré que son muchas las casas que se deberían abrir y que, a pesar nuestro, no podemos hacerlo por falta de medios. Actualmente absorben gran parte de nuestros cuidados la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma y el hospicio, que se levantará a su lado para dar albergue a varios centenares de muchachos pobres de la ciudad. Esta obra reclama precisamente vuestra caridad, beneméritos Cooperadores y Cooperadoras, y el Santo Padre León XIII, por mi medio, os la recomienda encarecidamente. Además de ésta, están las muchas casas que tenemos en Liguria, en las regiones del Véneto, de la Romaña, en Sicilia y en esta nuestra tierra, están las obras de ampliación que necesita cada una de estas casas. >>Y qué os diré de las casas de Francia, España y América? Recibo noticias consoladoras de allí y, entre éstas, la de que en Brasil se va a abrir una casa en Sao Paulo para recibir en ella a muchos pobres muchachos abandonados. Todas estas obras, próximas y lejanas, reclaman para sostenerse el auxilio de vuestra caridad. Hay otra obra que también atrae al presente nuestra atención, es la casa de París. En la gran capital de Francia, que casi cuenta ((**It17.465**)) tres millones de habitantes, hay una enorme cantidad de jóvenes, que vagabundean por calles y plazas con peligro de perderse; es, pues, un campo inmenso, donde puede ejercerse la caridad. Con la ayuda de Dios, aquella casa salvará a miles de jóvenes de la perdición y enjugará las lágrimas de muchos padres, que ya no saben a qué medio recurrir para alejar a sus hijos del camino del vicio y encauzarlos por el de la virtud. En todas nuestras casas, además, hubo este año un extraordinario aumento de peticiones para ingresar. En una sola de ellas, hecho el recuento de todas, >>sabéis a cuántas llegan? Hasta cinco mil, hubo que contestar con nuestro gran pesar: Ya no hay plaza. íCuánto mayor bien podríamos hacer si fundásemos nuevas casas, si pudiésemos tener los medios con que proporcionar alimento y vestido a tantos jóvenes desamparados! íCuántos buenos hijos, cuántos padres cristianos y honrados, cuántos ciudadanos mejores podríamos dar a las familias, a la Iglesia, a la sociedad! Me doy cuenta de que ya no puedo hablaros más tiempo; por tanto concluyo diciendo: convenceos, la mies es mucha, y vuestra obra, vuestra caridad, vuestro (**Es17.400**))
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