Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es17.384**) mi primer pensamiento, si Dios quiere recibirme con él en el cielo, será pedir a Jesús y a María y a todos los Santos, que bendigan y protejan a los que cooperan al bien de tantas almas. Expuestos sumariamente estos conceptos, bajó del púlpito. Tomó entonces la palabra el Obispo, que hizo un espléndido elogio de don Bosco, llamándolo santo. En la colecta se obtuvieron setencientos francos; pero, según costumbre, ((**It17.445**)) hubo muchos donativos particulares. Don Bosco mismo pasó el cepo para recoger limosnas, diciendo: -Para mis pobres huerfanitos. Y respondía a todos: -Que Dios se lo pague. Era una escena conmovedora. Después de la conferencia, se formó un corro de señores alrededor de don Bosco y el conde de Villeneuve contó un prodigio, recientemente sucedido en su casa. Un criado suyo, con más de ochenta años, estaba casi a punto de exhalar el último aliento, cuando se le puso al cuello una medalla de María Auxiliadora bendecida por el Santo y quedó perfecta e instantáneamente curado. Una multitud de señores y señoras rodeó por largo tiempo a don Bosco y le iban presentando quién a un hijo, quién a una hija, quién al marido, quién al nieto, y diciendo: -Mire, don Bosco >>lo conoce? Es el tal o la cual, lo curó o la curó usted el año pasado. Y él corregía: -No, no, lo curó María Auxiliadora... Don Bosco es un pobre cura cualquiera. Con fecha del día dieciocho, menciona el diario de Viglietti cuatro hechos dignos de nota. Un oficial, apenas vio a don Bosco, se echó a su pies y, sacando fuera una estampa de María Auxiliadora, le dijo: -íMire, don Bosco, quién me ha salvado de la muerte y de las heridas en la guerra de Túnez! Era una estampa, en cuyo dorso, antes de que él partiese para el Africa, había escrito: <>. La madre del conde de Villeneuve, que se presentó poco después, creíase deudora a él de la vida. En efecto, se la podía calificar de milagro viviente; porque, desahuciada por los médicos y estando ya en las últimas, había vuelto de la muerte a la vida, en cuanto le pusieron al cuello una medalla de María Auxiliadora, regalada por el Santo. Recibió, además, algunas personas distinguidas, que afanosamente (**Es17.384**))
<Anterior: 17. 383><Siguiente: 17. 385>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com