Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es17.370**) le había prometido una considerable cantidad para la iglesia del Sagrado Corazón y para las Misiones. <>. Allí se fue, pues, acompañado únicamente por el secretario. La estación de Niza estaba abarrotada de damas y señores, ((**It17.428**)) que habían acudido a despedirle. El conde de Montigny, que había retrasado el viaje a Lille, por el gusto de acompañarlo, le entregó unas botellas de sus excelentes vinos, para que le sirvieran de alivio en sus peregrinaciones. Subió con él al tren y estuvo a su lado hasta Tolón, donde se separaron con calurosas demostraciones de afecto, ya que él seguía viaje hacia el norte. Don Bosco y el secretario creían que iban a encontrar al conde Colle en la estación; pero no había nadie. Don Pedro Perrot de La Navarre no le había avisado con tiempo. El pobre Viglietti pasó sus apuros. Llevaba bajo el brazo una gran palma del Domingo de Ramos para el Conde, un maletón en cada mano, dos gabanes sobre un hombro y apenas si podía andar. También don Bosco caminaba con dificultad; sin embargo, estaba de buen humor y reía. Se dirigían de esta manera hacia la casa del Conde, cuando los alcanzó la condesa Elena de Sampoulé con su coche; los mandó subir a los dos y los llevó al palacio de los señores Colle. El Conde y la Condesa quedaron atónitos al verlos; pero se deshicieron en seguida en cortesías con ternura imposible de describir. Sentáronse junto a él, felicísimos por verle y oírle hablar. Aquella misma tarde, le entregaron el dinero prometido. El día dos de abril coincidía con el Jueves Santo: don Bosco fue aquella mañana a la catedral con el Conde y con Viglietti para cumplir el precepto pascual. A lo largo del camino la gente se paraba para mirarlo. La calle, la subida al presbiterio y las genuflexiones acabaron con sus fuerzas. Después de la misa, cuando se encaminaba hacia la puerta para salir, los que estaban más cerca de él se agolparon a su alrededor. Se corrió la voz y, en pocos minutos, una muchedumbre lo rodeó al pie de la escalinata, arrodillándose, gritando y llorando, con gran molestia para los sacerdotes, que continuaban sus ceremonias. Para librarse y salir, tuvo que impartir su bendición. Viglietti escribe: <((**It17.429**)) de su persona. Conmueve verlo, ya un poco encorvado, ayudarse con su bastoncito. 1 Turín, 3 de marzo de 1885. (**Es17.370**))
<Anterior: 17. 369><Siguiente: 17. 371>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com