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((**Es17.362**) con varias personas deseosas de averiguar la verdad, pues habían oído por las calles a los vendedores de periódicos anunciando a grito pelado la muerte de don Bosco por cinco céntimos. El, contestando graciosamente a los parabienes, dijo: -Hace ya unos días me han hecho morir en Buenos Aires; después en Marsella, ayer en Pavía; y hoy, o mejor esta mañana, he muerto según ellos en Turín, y íesta tarde voy de paseo! íEh! Mientras oigamos con nuestros propios oídos contar nuestra muerte, no estamos todavía en peligro. También la gente del pueblo, al verle pasar, se paraba a mirarlo estupefacta y manifestaba después su alegría al convencerse de que era verdaderamente él. El siguiente párrafo, de una carta del Director del Patronato de París 1, es un testimonio del efecto producido por la noticia de su muerte en los hijos lejanos. íHace unos días publicaba un diario francés la muerte de nuestro querido Padre don Bosco! No podía tener mayor desgracia nuestra querida Congregación. Juzgue usted nuestro dolor, nuestra inquietud, esperando respuesta al telegrama, que en seguida enviamos a Marsella para saber la verdad. Pero bendito sea Dios y bendita sea la Santísima Virgen Auxiliadora; la noticia no tenía fundamento y esto prueba una vez más la ligereza de los periodistas que, sólo por el gusto de anunciar rápidamente noticias sensacionalistas y sin previos informes seguros, no tienen escrúpulo para sumir en amargas angustias el corazón de hijos devotísimos, anunciando falsas noticias de su padre tan tiernamente amado. ((**It17.419**)) puede usted imaginar nuestra alegría, al recibir ayer su carta, por la que hemos sabido que el querido Padre está algo mejor de salud y se proponía venir a visitar a sus hijos, a sus casas de Francia y también a la de Ménilmontant. A la verdad esta esperanza se nos presenta como una estrella en medio de la borrasca y la saludamos con el más vivo regocijo. Puedo decir también que nuestros muchachos sienten en su corazón una alegría tan grande como la nuestra, porque empiezan a reconocer en don Bosco a su afectuoso Padre. Le rogamos, por tanto, que cuente a don Bosco esta alegría de sus hijos de París y le diga también que una visita suya me parece siempre necesaria para el bien de la nueva casa. Pedimos a María Auxiliadora que conceda esta bendición, esta fortuna a la casa de Ménilmontant. El periódico francés, que había esparcido el falso rumor de la muerte de don Bosco, confiesa esta mañana su error; es más, anuncia la venida de don Bosco mismo a Francia para fines del mes corriente. A Francia, sí; pero no a París. Haciendo caso omiso de las recomendaciones de los médicos y sin rendirse a las amables protestas de los hijos, impelido por la necesidad de solicitar la caridad para sostener 1 Don Carlos Bellamy a don Miguel Rúa, París 10 de marzo de 1885. (**Es17.362**))
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