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((**Es17.289**) Era realmente extraño que <>, después de haber causado el menosprecio del colegio salesiano, pretendieran todavía que los Salesianos impartiesen la enseñanza a sus colegiales. La cuestión continuó de la misma manera durante todo el curso escolar 1884-85. En 1885 don Miguel Rúa visitó en Roma al cardenal Martinelli para indagar sus intenciones y se convenció de que convenía ajustarse al statu quo. Pero don Bosco pensaba de otro modo. En junio dijo: -No se puede seguir así. La fuerza mayor es una razón para romper el contrato. No se puede resolver el debate ante las Sagradas Congregaciones, puesto que el cardenal Martinelli tiene mucha influencia en todas. Escribámosle, pues, diciendo que estamos dispuestos a dar una indemnización de cinco, diez, veinte mil liras. Daremos lo que quieran, con tal de que nos dejen libres. Don Miguel Rúa presentó algunas observaciones para justificar su oposición y don Bosco, resignado, exclamó: -íHaced como queráis! Y luego prosiguió diciendo: -Por lo demás, nos resignaremos a cualquier pacto, seguiremos todavía uno o dos años para no dejar metido en líos al Cardenal, pero conviene que nos marchemos. Más tarde o más temprano, podría suceder una catástrofe. La razón para irnos es que no se ha cumplido el convenio, ((**It17.334**)) la salud maltrecha de los Salesianos, el pequeño colegio Rebaudi y las deudas, con que nos encontramos. Dicho esto, escuchó la serie de nuevas consideraciones, que le hizo don Miguel Rúa sobre un proyecto del canónigo Pagani para un ulterior acuerdo. En una palabra, un escrúpulo de justicia hacía titubear a don Miguel Rúa y, según su entender, los Salesianos no debían retirarse de Magliano hasta que se cumplieran los cinco años previstos en el contrato; el retirarse antes redundaba en su deshonra; el asunto de los Conceptinos, de Albano y de Ariccia ya los había perjudicado en opinión de muchos. Don Bosco rechazó sus observaciones y las de otros e insistió en que los Salesianos debían marcharse de Magliano. Pero dejó al Capítulo toda la responsabilidad de las consecuencias. Se decidió aceptar el plan del Cardenal de aceptar en el seminario a sacerdotes de la ciudad capacitados para dar clase, adiestrarlos en la enseñanza y ponerlos en lugar de los Salesianos, de suerte que éstos pudiesen retirarse poco a poco sin molestia ni perjuicio para el seminario. Nadie podía entonces imaginar cuánta razón darían los hechos a (**Es17.289**))
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