Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es17.282**) DON JUAN BONETTI: -No veo la posibilidad de éxito en esta presa. Parece que es más urgente la necesidad de que nos dediquemos cada vez más a los niños destinados a vivir en la sociedad para reformar la sociedad misma. DON ANTONIO SALA: -Una gran parte del personal sería el que está en aquellas casas y esos coadjutores, vestidos de clérigos, podríamos unirlos a nosotros como terciarios. DON CELESTINO DURANDO: -Estoy seguro de que una parte de estos coadjutores no querrán agregarse a nosotros y más tarde o más temprano se marcharán. Y, si después de enviar a Nápoles algunos de los nuestros, aquellos viejos coadjutores los dejasen plantados, >>cómo nos las compondríamos para llevar adelante cuatro casas? >>Retirarnos con deshonra? >>Hacer una de las cuatro? Esto sería cargar sobre nosotros una vergonzosa odiosidad. DON BOSCO: -Déjense las gestiones para después de Pascua. Mientras tanto, averíguese si los coadjutores del reverendo Apicella acceden a la fusión y a vivir con nosotros y quiénes y cuántos son de sentir contrario. DON JUAN CAGLIERO: -Hay que pensar bien la cuestión. Son cuatro casas: algunos de esos coadjutores ciertamente se irán porque no querrán sujetarse, y otros seguramente serán despedidos por nosotros, según nos lo enseña la experiencia. DON JUAN BONETTI: -Si se quiere abarcar la nueva institución de los sordomudos, fúndese antes una pequeña casa con dos o tres niños y así podremos, con el tiempo, formar un personal docente capaz, experto, ejercitado. Pero no se asuma en seguida, sin más, una empresa de tal envergadura. Averígüese, además, por qué Apicella insiste tanto en la fusión. A lo mejor tiene deudas con las que no puede seguir adelante y busca que los Salesianos le saquen las castañas del fuego... DON CELESTINO DURANDO: -Apicella no tiene deudas, sino que cuenta ya con sesenta y cinco años de edad y teme que, después de su muerte, se venga abajo su institución. DON JUAN BONETTI: -En este caso, no hay que darle esperanzas de apoyo, porque, de lo contrario, con esta ilusión no buscará otros medios para sostener su obra y ésta vendrá a menos por culpa nuestra. Si queremos dedicarnos también a los sordomudos, adaptemos la nueva institución a nuestra raíz. DON BOSCO: -Propongo se conteste a Apicella en estos términos: al presente, no se podría aceptar el ofrecimiento por falta de personal; se estudiará a lo largo del año qué procede hacer; mientras tanto, piense también Apicella de qué otra manera puede asegurar la supervivencia de su instituto; si es de parecer que debe confiar sus hospicios a la Congregación ((**It17.326**)) salesiana, ésta no tendría dificultad en aceptar lo que dejara después de su muerte. DON MIGUEL RUA: -Me parece que conviene ir despacio al hacer estas insinuaciones. El sacerdote que ha fundado aquel Oratorio en Belluno, ya ha hecho testamento en nuestro favor. Podría llegarle el fin de su vida de un momento a otro y entonces >>cómo quedaríamos nosotros, si no pudiésemos aceptar la herencia? DON ANTONIO SALA: -El reverendo Rossi ha hecho ya su testamento dejando su magnífico Oratorio de Schio a don Bosco. Por lo que se refiere a Apicella, yo creo que quiere unirse a nosotros para tener nuestro apoyo moral, de suerte que sus bienhechores, al ver asegurada la existencia de la Obra, se animen a mayores donativos. DON BOSCO: -Añádanse al menos a la respuesta las palabras por ahora no podemos aceptar. EL CAPITULO aprueba esta respuesta. (**Es17.282**))
<Anterior: 17. 281><Siguiente: 17. 283>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com