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((**Es17.242**) Bosco se retirase del todo y descansase; pero si yo me mantengo todavía en mi puesto ante el mundo, si no me equivoco, todavía podré hacer algún bien a la Congregación. Si continúo como Rector Mayor, aunque sólo sea de nombre, esto basta ante Francia, España, Polonia, etcétera. Solamente mi pobre existencia sirve para atraer la beneficencia. Pero necesito que haya uno a quien yo pueda confiar la Congregación y cargarla del todo sobre sus hombros, dejándole a él toda la responsabilidad. En este sentido, he hecho escribir al Sumo Pontífice, remitiéndome, empero, plenamente a sus decisiones. Hubiera escrito yo mismo, pero no logré acabar, sino después de varias peripecias y, por último, me di cuenta de que había terminado de escribir en otro papel, que estaba debajo de la carta. Mi pobre cabeza ya no aguantaba. Ya se ha enviado la carta. En cuanto llegue el rescripto pontificio, es preciso que cuidemos de poner al frente de la Congregación a uno que asuma la regencia con su plena responsabilidad. Don Juan Cagliero observó que, si el elegido fuese don Miguel Rúa, sería necesario que dejase el cargo de Prefecto y se buscase otro para aquel cargo. Don Bosco siguió diciendo: -Ahora hacemos todos lo que podemos; yo no tengo queja de ninguno; todos tienen buena voluntad, pero, hasta ahora, no había responsabilidad individual. ((**It17.277**)) La única preocupación era juntar todas las fuerzas, para que uno no paralizase al otro. Tan pronto como tenga la contestación del Padre Santo, os la comunicaré. Al llegar a este punto, pidió a don Miguel Rúa que leyera la carta que el Padre Santo había hecho escribir a monseñor Jacobini con este fin. En ella, como hemos visto, se le proponía una de estas dos opciones: designar aquél, a quien don Bosco juzgase idóneo para sucederle, o bien, indicar a quien pudiese tomar en seguida el título de Vicario con derecho a sucesión. Don Bosco, pues, siguió diciendo. -Yo he propuesto al Padre Santo un Vicario general con derecho a sucesión, pero dejando todo en manos de su Santidad. Yo entregaré todos los poderes a este Vicario, pero con la intención de que sea completamente responsable, porque repito que esta responsabilidad no existía hasta ahora. Este Vicario tome para sí a otro Prefecto. Yo entonces me retiraré, veré, hablaré con mi Vicario y él hablará y mandará a otros hermanos ex officio. No sabemos a quién encargó escribir la carta para el Padre Santo; ciertamente no fue a don Joaquín Berto, el cual habría conservado el borrador original. Tal vez destruyó este borrador y, no queriendo que la noticia saliera todavía fuera del ámbito del Capítulo Superior, encargó (**Es17.242**))
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