Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es17.196**) Abrio la otra, puso un instante los ojos sobre ella y se echó a llorar. Viglietti se asustó y le preguntó qué pasaba. -La Virgen, dijo don Bosco, nos quiere mucho. Y, por toda explicación, le dio a leer dos cartas. La Providencia le pagaba abundantemente la fiesta. En la primera carta se le exigía la pronta restitución de treinta mil liras, que le había prestado el que escribía, que era Gazzolo. >>Dónde encontrar una cantidad tan alta para liquidar su deuda? De momento le resultó molesto aquel pensamiento. En la otra carta, escribía una noble señora desde Bélgica preguntando a don Bosco cómo podría emplear para gloria de Dios la cantidad de treinta mil francos. -íBendito sea el Señor!, exclamó el Santo mientras Viglietti le devolvía las cartas, embargado él también por la conmoción. Por lo demás, eran maravillas a las que la Virgen habíale acostumbrado desde hacía mucho tiempo. El año anterior, las obras para adaptar en Mathi Torinese el edificio, que servía de vivienda para los Hijos de María, habían costado treinta mil liras. Don Bosco comía con el conde Colle en Tolón y estaba interiormente preocupado buscando la manera de satisfacer aquella deuda. Acabada la comida, el Conde, que no estaba enterado de nada, le presentó un sobre que contenía treinta mil francos para sus obras. Don Bosco se volvió a él sonriendo y le dijo que, durante la comida, su mente había andado en busca de una solución para pagar treinta mil liras y que precisamente el señor Conde había sido elegido por Dios como instrumento de su providencia. Al oír estas palabras, el Conde lloró conmovido. El mismo año de 1883 asistía don Bosco en San Benigno a los ejercicios espirituales de sus hijos. Estaban junto a él don Miguel Rúa y don José Lazzero, con quienes estudiaba la manera de pagar ((**It17.222**)) urgentemente una deuda de veinte mil liras. Los apuros económicos angustiaban a los Superiores en aquel momento crítico. Mientras se hacían proyectos y cálculos, abrió don Bosco el sobre que acababa de recibir, sacó la carta y leyó. Un señor le escribía que tenía preparadas veinte mil liras para una obra de beneficencia y le preguntaba qué destino debía darles. -Son cosas de todos los días, concluía el Santo después de haber narrado los dos episodios. Sin embargo, los venideros no querrán creerlas y las calificarán de fábulas. Aquella tarde hubo también una velada en miniatura. Los muchachos del Oratorio habían enviado dos saludos, uno para don Bosco y otro para Monseñor. Don Juan Bautista Lemoyne se los leyó durante la cena en el palacio episcopal. El primero llevaba este encabezamiento: <(**Es17.196**))
<Anterior: 17. 195><Siguiente: 17. 197>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com