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((**Es17.191**) Pero, mi buena Eulalia, esto no sea de broma, sino en serio. Y recuerda las palabras del padre de Juana Francisca Chantal, cuando se encontraba en tu caso. Lo que se da al Señor, no se le quita jamás. Recuerda que la vida religiosa es vida de continuo sacrificio y que cada sacrificio es recompensado con largueza por Dios. La sola obediencia, la sola observancia de las reglas, la sola esperanza del premio celeste son nuestro consuelo en el curso de la vida mortal. He recibido todas tus cartas y con agrado. No he contestado por falta de tiempo. Dios te bendiga, Eulalia, y sea María tu guía, tu consuelo hasta el cielo. Espero que todavía nos veremos en la vida presente; de lo contrario, adiós; nos veremos hablando de Dios en la vida bienaventurada. Así sea. Deseo toda clase de bendiciones a la Madre General y a todas las hermanas, novicias, postulantas de María Auxiliadora. Soy deudor de una contestación a la Madre y la haré. Reza por mí y por toda nuestra familia y considérame siempre en J. C. Pinerolo, 20 de agosto de 1884 Afmo. tío, JUAN BOSCO, Pbro. Un desagradable percance sucedido en San Benigno requirió la autorizada intervención de don Bosco ante la autoridad civil. El alcalde, sin decir palabra al Director don Julio Barberis, como hubiera sido su elemental deber, había destinado el patio del antiguo claustro donde se reunían los externos, a alojamiento provisional de los soldados. De improviso, un día llegó un escuadrón de caballería. Las puertas estaban cerradas y llovía a cántaros. Empezaron a llamar con gran estrépito y, de repente, estalló un altercado. Se dijo que un muchacho había lanzado una piedra contra un militar. Pero, abiertas las puertas y ((**It17.216**)) colocados hombres y caballos, todo quedó arreglado y en paz; es más, los oficiales entraban y salían complacidos por el interior, alternando familiarmente con los nuestros. Pero, como depués se supo, había la oculta intención de tender un lazo con el fin de alejar del pueblo a los Salesianos. Los periódicos se adueñaron del caso y lo pintaron con negros colores como un acto de rebelión y de ofensa al ejército, fruto de una educación reaccionaria. Se amenazaba con una catástrofe. El Santo, enterado de la cuestión, escribió un informe puro y llano y lo envió al Gobernador de Turín, acompañado de una carta, escrita en Pinerolo, pero fechada como si estuviese en el Oratorio. Ilmo. y Benemérito señor Gobernador: Un incidente, que parecía de escasa importancia, en nuestro hospicio de San Benigno, proporciona graves molestias a los pobres muchachos allí asilados. (**Es17.191**))
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