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((**Es17.171**) DON BOSCO.- Repito. Cada uno haga su papel. También los miembros del Capítulo Superior hagan únicamente lo que es propio de sus cargos, librándose de otras ocupaciones. Por ejemplo, el Consejero escolástico no lleve la dirección de monjas. Don Miguel Rúa está agobiado por el trabajo, por los asuntos materiales, los pagos, los pleitos. El Catequista deje todo otra ocupación ajena y procure conocer a todos los ((**It17.192**)) miembros de la Congregación; por tanto para librarse de mucho trabajo y cumplir las reglas, los acostumbre a dirigirse al Inspector de la propia Inspectoría. Y los del Capítulo local del Oratorio pónganse todos de acuerdo, si quieren que las cosas marchen bien. DON JOSE LAZZERO dice que los miembros del Capítulo de la Casa tienen buen espíritu, pero que hay que formarlos. DON BOSCO.- El Director escúchelos bondadosamente, estimúlelos a hablar, quite las incomprensiones y los malos humores, soporte también algún arranque repentino o debilidad humana; sea tolerante y no brusco, sea anillo de unión con la caridad. En cuanto a mí, ya no puedo ir adelante en el estado de cansancio físico y mental, en que me encuentro. Necesito que don Miguel Rúa esté a mi lado para sustituirme en muchas cosas y me ayude en lo que tengo dificultad para despachar yo solo. Por tanto, que don Miguel Rúa no tenga ya ocupación directa alguna en la casa; y, en cuanto atañe a la Sociedad Salesiana, dense a otros muchas de las ocupaciones que él despacha y que serían propias de un ecónomo. Estúdiese el modo de poner un procurador, que se ocupe de herencias, créditos, deudas, pleitos, contratos y testamentos. Encárguese de despachar estos asuntos un sacerdote o un seglar, un abogado o un procurador de profesión. Sea éste la cabeza en lo contencioso y administrativo. Si don Angel Savio quisiese asumir esta tarea, sería habilísimo para desempeñarla. Aún quiero notificaros dos cosas más con respecto al Oratorio. El Director espiritual o Catequista de la Congregación, si acepta a un sujeto que quiere pertenecer a ella, y éste debe quedarse en el Oratorio, informe de ello al Director de la Casa. Los jóvenes que se aceptan, tengan inclinación al estado eclesiástico. Vigílese atentamente para que no se introduzca en los muchachos el veneno de la inmoralidad. Si, por desgracia, entra este veneno, se infiltra inobservado, no se deja ver y acaba por causar un daño general, que luego no es posible remediar. Si no se quiere advertir a los muchachos, que han de admitirse para el próximo curso, que sólo serán admitidos los que aspiran al estado eclesiástico, búsquese otro recurso, otro pretexto; pero obténgase este fin, que yo me propongo. DON JUAN CAGLIERO hace la siguiente propuesta con respecto a los del cuarto y quinto curso: -En cuanto vayan los jóvenes a sus casas para vacaciones, escríbase a todos los que no se quiere que vuelvan, diciéndoles que no serán aceptados para el curso siguiente, si no renuevan la petición de aceptación, a la que se contestará con un sí o un no. El Capítulo aprueba la propuesta. DON BOSCO ordena que se formule y examine semejante carta, que deberá ser redactada más o menos en estos términos: Si no recibís una carta de aceptación dentro de tal tiempo, buscad otro lugar, donde acabar vuestros estudios. Hay que excluir a los que pudiesen servir de mal ejemplo para los otros y de daño para sí mismos. A ciertos sujetos no se les debe tener ya en casa. Cuando dan verdaderos indicios de no ser llamados al ((**It17.193**)) santuario y llevan una conducta equívoca, hay que sacarlos del colegio y despedirlos. Hay que estar atentos para no pasar estos estudiantes a la sección de aprendices. Si se pone con los aprendices a un estudiante (**Es17.171**))
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