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((**Es17.168**) casa. Don Juan Bonetti introdujo entonces el tema de la asistencia a los muchachos y de los dormitorios, abiertos durante el día. Al llegar a cierto punto, don Bosco cortó la cuestión con una serie de preguntas: ->>Quién es actualmente el responsable de la disciplina? >>A quién han de acudir los maestros y asistentes para encontrar apoyo? >>Y el contencioso según las reglas? >>Y cuando falta un maestro, quién se cuida de que haya otro en su lugar?... He dicho que no se repare en gastos, con tal de que haya todo lo necesario para garantizar el orden... El Director no tiene que actuar él en persona, sino velar para que actúe otro. Propuso después una sesión sobre el mismo tema para el día cuatro de julio. Pero, preocupado por los inconvenientes, que a menudo se sucedían y que ocasionaban gran descontento entre los muchachos, sin aguardar a aquella fecha, escribió de su puño y letra siete cosas, que creía necesarias, para que terminase el curso en paz. Las tituló <>. Y eran las siguientes: << 1.¦, Una novena a María Santísima, según la intención de don Bosco. 2.¦, Tomar a los muchachos por las buenas, demostrarles que todo se hace por su bien y que se tiene interés por su progreso en los estudios. 3.¦, De cuando en cuando organizar alguna charla, por la tarde, dada por alguno de los miembros del Capítulo Superior. 4.¦, Asistencia: Esfuércense los miembros del Capítulo por compartir el recreo con los muchachos. 5.¦, El Director, u otro en su lugar, dé una conferencia a todos los que asisten a los jóvenes, para animarlos a proceder de tal manera que desaparezcan las murmuraciones. 6.¦, Procurar ((**It17.189**)) promover la frecuencia de los sacramentos y decir francamente en público que algunos no se han confesado ni en los ejercicios ni por la fiesta de María Auxiliadora. 7.¦, Hable alguna vez don Bosco a los jóvenes.>> Cuando llegó el día cuatro de julio, don Bosco mismo volvió a entablar la cuestión de la reforma del Oratorio, tomando el Reglamento como punto de partida. DON BOSCO.- He examinado el reglamento que se seguía antaño y me he convencido de que debe observarse también en nuestros días, porque previene y resuelve todas las necesidades. Pero es necesario que el Director gobierne, que conozca bien su reglamento y el de los otros y todo lo que deben hacer y que todo parta de un principio único. Ahora ha comenzado un relajamiento en esta unidad. Uno dice: la responsabilidad no es mía. El otro la rehúsa. Todos mandan, y de ahí proceden los desconciertos. Uno da una orden y el otro no la cumple. Los asistentes quieren tener también su autoridad y, íay! de quien los toque. Establézcase, pues, este principio de autoridad como lo había antes: haya un solo responsable. Este no tome sobre sí el (**Es17.168**))
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