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((**Es17.151**)personal mente a renovar la felicitación. Estuvo una hora hablando en privado con él, asistió a su cena y, como oyera que iba a comenzar la presentación de los regalos y el acto académico en honor de don Bosco como en la tarde anterior, quiso quedarse y participar en la fiesta. Pocos minutos después de su entrada en el Oratorio, se habían disipado las nubes. Entonces todos juntos habían hecho prodigios para adornar el lugar destinado a la velada, que empezó a las ocho. El Cardenal ocupó el puesto de honor con don Bosco a su derecha. El acto se abrió con un saludo a Su Eminencia, redactado a toda prisa poco antes, y leído por un joven con hermosísima voz y emotiva expresión. Desarrollóse luego el programa que se alargó hasta eso de las diez. Por último, se levantó don Bosco, dio brevemente las gracias al Cardenal por su extraordinaria bondad y anunció que Su Eminencia iba a decir unas palabras, que todos escucharían con amor y agradecimiento. -Para juntar una con otra, dijo el cardenal Alimonda, la fiesta de san Juan Bautista y la de don Bosco, observó que el Bautista predicaba en el desierto y a orillas del Jordán la penitencia, el odio al pecado y la práctica de la virtud: el Bautista preparaba la mente y el corazón de las muchedumbres para conocer y amar a Jesucristo; el Bautista enseñaba quién era Jesús y lo mostraba diciendo: He aquí el Cordero de Dios, éste es el que quita los pecados del mundo. Y conducía las almas a El. Pues bien, si la sociedad actual puede compararse con aquel desierto, ((**It17.169**)) aquí tenéis cómo, en este desierto y a orillas del Po y del Dora, don Juan Bosco imita el ejemplo de san Juan Bautista y se hace precursor. Sí, también don Bosco hace conocer y amar a Jesucristo: lo hace conocer y amar en los oratorios y en los hospicios, lo hace conocer con la palabra y los escritos; lo hace conocer y amar en las ciudades y en los pueblos y, por medio de sus Salesianos, lo hace conocer y amar hasta en las más remotas tierras del mundo. Acudían las muchedumbres para oír a san Juan Bautista y acuden también aquí otras muchedumbres alrededor de don Bosco. Estas muchedumbres bienaventuradas sois vosotros, especialmente, mis queridísimos hijos; sí, escuchad siempre a este precursor, haced lo que os dice, y él os conducirá a Jesús, el único que puede haceros felices en el tiempo y en la eternidad. Dicho esto, impartió su bendición y dejó el Oratorio entre calurosísimas aclamaciones. <>, escribe Carlos Viglietti en su crónica. Quiso el Cardenal que don Bosco fuera a comer con él el día seis de julio. Después, a eso de las seis de la tarde lo acompañó a casa en (**Es17.151**))
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