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((**Es17.104**) Entonces los corazones no permanecerán cerrados y no se ocultarán ciertas cosas que causan la muerte de las almas. Sólo en caso de inmoralidad, sean los Superiores inflexibles. Es mejor correr el peligro de alejar de casa a un inocente que hacer que permanezca en ella un escandaloso. Los asistentes consideren como un estrechísimo deber de conciencia el referir a los Superiores todo aquello que crean puede constituir ofensa de Dios. Entonces yo le pregunté: ->>Y cuál es el medio principal para que triunfe semejante familiaridad y ese amor y confianza? -La observancia exacta del Reglamento de la Casa. ->>Y nada más? -El mejor plato en una comida es la buena cara. Mientras mi antiguo alumno terminaba de hablar con estas palabras, yo continué contemplando con verdadero disgusto el recreo y, poco a poco, me sentía oprimido por un gran cansancio que iba en aumento. Esta opresión llegó a tal punto, que no pudiendo resistir más, me estremecí, y desperté a renglón seguido. Me encontré de pie junto a mi lecho. Mis piernas estaban tan hinchadas y me dolían tanto que no podía estar de pie. Era ya muy tarde; por tanto, me fui a la cama decidido a escribir estos renglones a mis queridos hijos. Yo deseo no tener estos sueños, porque me producen un cansancio enorme. Al día siguiente, sentía aún un gran dolor en todos mis huesos y no veía la hora de poder descansar. Pero he aquí que llegada la noche, apenas en el lecho, comencé a soñar nuevamente. Tenía ante mi vista el patio ocupado por los muchachos que están actualmente en el Oratorio y junto a mí al mismo antiguo alumno. Comencé a preguntarle: -Lo que me has dicho se lo haré saber a mis Salesianos, pero >>qué debo decir a los jóvenes del Oratorio? Me respondió: -Que reconozcan los trabajos que se imponen los Superiores, los maestros y los asistentes por amor a ellos, pues si no fuese por su bien no se impondrían tantos sacrificios; que recuerden que la humildad es la fuente de toda tranquilidad; que sepan soportar los defectos de los demás, pues la perfección no se encuentra en el mundo, sino solamente ((**It17.113**)) en el Paraíso; que dejen de murmurar, pues la murmuración enfría los corazones; y, sobre todo, que procuren vivir en gracia de Dios. Quien no vive en paz con Dios, no puede tener paz consigo mismo ni con los demás. ->>Me estás diciendo, pues, que hay entre mis jóvenes quienes no están en paz con Dios? -Esta es, entre otras, la primera causa del malestar reinante, a la que usted debe poner remedio y que no es necesario que yo enumere. En efecto, sólo desconfía quien tiene secretos que ocultar, quien teme que estos secretos sean descubiertos, pues sabe que, de ponerse de manifiesto, se derivaría de ellos una gran vergüenza y no pocas desgracias. Al mismo tiempo, si el corazón no está en paz con Dios, vive angustiado, inquieto, rebelde a toda obediencia, se irrita por nada, le parece que todo marcha mal y, como él no ama, cree que los Superiores tampoco aman. -Con todo, >>no ves, querido mío, la frecuencia de confesiones y comuniones que hay en el Oratorio? -Es cierto que la frecuencia de confesiones es grande, pero lo que falta en absoluto, en muchísimos jóvenes que se confiesan, es la firmeza en los propósitos. Se confiesan, (**Es17.104**))
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