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((**Es16.496**) en santos afectos, para que lo que voy a decir en este santo lugar sea para honor y gloria vuestra, para fruto espiritual de mi alma y de las almas de los que vengan a escuchar. 1.° Motivos. Para comprender lo que debe moveros a hacer estos santos ejercicios, es necesario que, ante todo, os hagáis una idea clara de lo que son. Los ejercicios espirituales no son más que una serie de meditaciones e instrucciones que se hacen para mover al hombre a la amistad con Dios. La finalidad de las meditaciones es la de llevar al hombre al conocimiento de sí mismo; a conocer que él no está creado para las miserables cosas de aquí abajo, sino que está destinado a una felicidad infinitamente superior a ellas; a conocer la gran injuria que el hombre hace a su Creador cuando obra contra ese fin; que premio le está preparado en el Cielo, si obra según este fin; ((**It16.603**)) que terrible castigo le aguarda si obra en contra. Esto lleva al hombre al conocimiento de sí mismo. Pero el está. todavía sin luz y sin guía; por lo cual, hacen falta instrucciones, que lo guiarán a pasar revista a sus acciones anteriores, a reconocer las faltas de la vida pasada y ver cuál es el estado presente de su conciencia, cuál es la manera más adecuada a cada uno para tranquilizarla. >>Puede haber algo más necesario e importante que esto? No os diré que esta manera de meditar, este orden de predicar fue inspirado por la Santísima Virgen a San Ignacio de Loyola; no os hablare de las muchas indulgencias concedidas por los Sumos Pontífices a los fieles que acuden a hacer devotamente los santos ejercicios espirituales; solamente os digo que Dios tiene preparadas grandes gracias especiales a algunos en estos días, ya que, como dice el santo Evangelio, donde hay unos fieles reunidos tratando cosas espirituales, se encuentra El en medio de ellos para escuchar sus peticiones. -Yo mismo, dice el Señor en otro lugar a los que toman parte en estos ejercicios, tomare conmigo a estas almas que me buscan, las llevare a la soledad de mis secretos y allí hablare a sus corazones: ducam eam ad solitudinem, et ibi loquar ad cor eius. íAh, cuántas cosas dirá el Señor a nuestros corazones, cuántas gracias, cuántas bendiciones nos concederá en estos días! Se dice en segundo lugar que los ejercicios sirven para mover al hombre a la amistad con Dios, y este es el motivo más importante y que apremia a todos estrictamente. Efectivamente, los hombres pueden dividirse en tres clases: los que viven en desgracia de Dios, los que se encuentran en estado de funesta tibieza y los que están constantemente firmes y fervorosos en el santo servicio de Dios. Pues bien, os digo que las tres clases de hombres necesitan los ejercicios espirituales. En efecto, >>hay alguno entre vosotros que se encuentre en pecado mortal? Es un estado lastimoso y más deplorable todavía, si está prisionero de una de esas largas cadenas de pecados sucios o de alguna costumbre inveterada. Se encuentra alejado y separado de Dios: peccata vestra diviserunt inter vos et Deum vestrum (Os 1, 19); su corazón está endurecido: induratum cor eius; su inteligencia, obscurecida, a duras penas puede conocer las cosas concernientes a su eterna salvación; y, si llega a conocer el estado infeliz en que se encuentra su alma, la voluntad engañada por las cosas sensibles, la razón cegada y la carne flaca, hacen que el pecador no salga del estado infeliz en que se encuentra, o que vaya dejando su conversión de un día para otro; mientras tanto, vive en enemistad con Dios, maldecido por los ángeles y los santos, con el infierno abierto bajo sus pies. >>Que diréis vosotros que es menester para que deje el estado de pecado y vuelva a Dios? No bastan los remordimientos de conciencia, porque casi no los siente; las instrucciones dominicales y las explicaciones del Evangelio que se hacen a lo largo del año, por muy eficaces que sean, aun cuando se hagan con todo el (**Es16.496**))
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