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((**Es16.495**) felicidad; porque está ya decretado que ni adúlteros, ni fornicadores, ni libertinos deshonestos poseerán el reino de los cielos. Es más, después de hacerles comprobar que en este mundo no tienen paz, los exterminaré de la haz de la tierra con mi vengadora espada y los condenaré al mayor de los suplicios, para gemir y rechinar los dientes en las desoladoras llamas de la eternidad del infierno: quod si nolueritis, et me ad iracundiam provocaveritis, gladius devorabit vos, quia os Domini locutum est. >>Y en qué lugar? ubi vermis eorum non moritur et ignis non extinguitur. íAh, por un inmundo placer perder un bien tan grande y ganarse un mal tan grande! Meditadlo. B Venite ad me omnes, qui laboratis et onerati estis, et ego reficiam vos. Mt 11 Nuestro Divino Redentor, que bajó del cielo a la tierra para llevar a los hombres la palabra de vida eterna, al ver un día gran muchedumbre que, ansiosa de escucharle, le seguía, exclamó: gracias os sean dadas a Vos, Padre mío celestial, ((**It16.602**)) que ocultasteis vuestros secretos a los sabios del mundo y los revelasteis a vuestros humildes seguidores. Después, con actitud muy sencilla y modesta, rostro afable y sonriente, con voz muy amable, dijo a las turbas: -íVosotros que me seguís, no temáis que mi yugo sea pesado y molesto, porque, al contrario, es ligero y suave; y si ahora os sentís débiles y cansados, venid a mí, y yo aliviaré vuestro cansancio, os daré fuerzas!: venite ad me omnes etc. Estas palabras, aunque vayan dirigidas a todos los hombres, porque todos estamos sujetos a muchas miserias en este valle de lágrimas, sin embargo, se consideran dirigidas de manera particular a los que desgraciadamente se encuentran en pecado. íAh! Me parece oír esta tarde la voz del amabilísimo Salvador que se deja oír y dice a cada uno de nosotros: -Venid a mí todos los que tenéis alguna tribulación, yo os aliviaré y os daré nuevas fuerzas, venite ad me omnes. Ven tú, que ya hace tanto tiempo vacilas en dejar el camino del mal; ven, ya no eres tú quien me busca, soy yo quien te requiere; esperabas un momento favorable, una ocasión propicia; éste es el tiempo, ésta es la ocasión en que te llamo: venite ad me omnes, etc. Ya comprendéis perfectamente, oyentes amadísimos, que estamos para comenzar los santos ejercicios espirituales, que es precisamente lo que esta tarde os anuncio; y no quisiera de ningún modo que estas palabras ejercicios espirituales, fuesen para algunos motivo de triste aprensión, antes al contrario, quiero que sean para todos palabras de alegría, de satisfacción; y quedaréis completamente convencidos de esto cuando hayáis considerado conmigo: 1.° Los motivos que nos deben mover para hacer los ejercicios; 2.° Los medios para hacerlos bien. Estos serán los dos puntos que vamos a considerar en nuestra plática. Escuchadme, mientras tanto, Vos, querido Jesús mío, yo emprendo estos santos ejercicios sólo para provecho de las almas de mi prójimo y para vuestra mayor gloria. Por otra parte, yo sé que no soy más que una miserable criatura, un pobre pecador; por tanto, pongo mi causa en vuestras manos; yo haré cuanto está en mi parte, contando que Vos me déis vuestra ayuda. Moved Vos el corazón de los que vengan a escuchar vuestra divina palabra que no la mía; guiad mi lengua, enardeced mi corazón (**Es16.495**))
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