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((**Es16.491**) excepto la familia de Noé, hasta los justos e inocentes quedasen incluidos en el espantoso castigo; de suerte que grandes, pequeños, ancianos, jóvenes, niños; ricos soberbios, humildes y pobres, todos tuvieron que sucumbir en él: delebo hominem..., ab homine usque ad animantia; es más, los animales mismos, por haberles servido de instrumento para pecar y aun sólo por haber sido testigos de sus crímenes, todos del primero al último, de los cuadrúpedos hasta las aves, y de las aves hasta el más vil de los insectos, fueron exterminados, a reptili usque ad volucres coeli; todos fueron exterminados de la tierra. >>Pero de qué manera? He aquí que se oscurece el cielo, densas nubes, negras tinieblas cubren toda la tierra; saetas, relámpagos y rayos rasgan el cielo, chocan y estallan; no se ve nada, todo son tinieblas y obscuridad; deshecha lluvia cae torrencialmente; las cataratas del cielo, roto todo equilibrio, descargan con furia impetuosa agua sobre la tierra; la tierra misma, toda revuelta, da libre salida a las fuentes que encierra en su seno, y juntándose mares y fuentes, cataratas y lluvias juntas, cubren toda la haz de la tierra; >>y los hombres ((**It16.597**)) y los libertinos? >>Y los deshonestos y sensuales, los que consideraban tales pecados como mal pequeño, dónde están? Todos pagan el castigo de sus torpes infamias; para lavarlas se requiere una descomunal lluvia de cuarenta días y cuarenta noches, y para que el hedor de sus culpas no se pudiese percibir, suben las aguas a desmesurada altura sobre sus cuerpos, hasta sobrepujar en quince codos las más altas cumbres de los montes. Y así anduvo todo el mundo náufrago durante más de ciento cincuenta días, en un diluvio universal, para lavar las inmundicias de las deshonestidades cometidas; de nullo peccato legitur dixisse Deum quod poenituit fecisse hominem, nisi de peccato carnis, pro quo (íqué espantosas palabras!) totum mundum diluvio delevit. Así exclama San Jerónimo. Cesó el diluvio, se repobló la tierra y no tardó en volver a pulular el abominable vicio ya extinguido. >>Quedará, acaso, sin castigo? De ningún modo. Juró Dios que no volvería a cubrir de agua a todo el mundo con un diluvio universal, como si pensara ser increíble que volviesen los hombres a cometer tamaña iniquidad después de tan formidable castigo. Pues bien, este castigo ya no sería universal, pero mucho más tremendo que el primero. Dirige el Señor su omnipotente mirada a las ciudades de Gomorra y Sodoma y otras próximas; las ve a todas prisioneras de las fealdades de la carne y, movido a indignación, y considerando como insuficiente castigo el agua, envía sobre ellas una lluvia de fuego. >>Lluvia de fuego? Exactamente y, íqué lastimoso espectáculo! Aprenda el libertino en él, qué gran mal es la deshonestidad. Nos dice el sagrado texto que salía el sol en el horizonte, cuando comenzaron a cubrirse sus resplandecientes rayos de oscuro velo y a extenderse por los aires espantosas tinieblas; pero quedó rasgada aquella horrenda obscuridad por un espantoso resplandor, del que salía y caía una nueva lluvia destructora, una lluvia de fuego. Globos de llamas y de ardiente azufre, haciendo estrépito y chirriando, caen con la rapidez del rayo, se abaten, arremeten con ímpetu contra aquellas ciudades pecadoras y sobre los campos que las rodean; arden en las ciudades todas las plazas, calles y casas; arden los campos, se levantan altas llamaradas, se abrasan y reducen a cenizas los trigales, las yerbas, las plantas y todo lo que verdea. Y, >>qué es de sus sensuales habitantes? Aquellos abominables pobladores, que no encontraban satisfacción más que en las orgías, las comilonas y la deshonestidad, están todos rodeados, cercados, asaltados por el horrible incendio; unos a campo abierto, otros encerrados, otros dormidos en la cama o velando o envueltos en sus nefandos placeres; todos tienen sobre sí las voraces llamas, que, sin darles tiempo (**Es16.491**))
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