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((**Es16.490**) Señor de todo bien autor del desorden, pervertidor de la natural equidad? íQué excesos de osadía y temeridad! Pero, como quiera que los tales no creen en afirmaciones, sino que quieren razones, para quitar todo pretexto, les haré ver con más persuasivas razones que la deshonestidad es un gran mal. Verdad es que semejante argumento no es para ninguno de los presentes, a quienes hablo y, por el contrario, los que lo necesitarían marchan por caminos muy distintos de los que conducen a los sermones; pero, si no será de reproche y confusión para vosotros, os servirá cuando menos de cautela y preservativo. No puede negarse que es un gran mal lo que mueve grandemente a Dios a la indignación y El ha castigado gravemente; ahora bien, aunque Dios ha creado un lugar de suplicio eterno para los que, obstinados, quebrantan su santa ley, sin embargo, no quiso esperar hasta después de la muerte a hacer caer sobre los deshonestos los terribles rayos de su venganza; sino que quiso hacer esto aún en la vida presente. Y aquí me viene bien presentaros el funesto espectáculo, merced al cual fue castigado por vez primera tal infamia. Corría el siglo XVII de la edad del mundo; todas las partes del globo entonces conocidas estaban pobladas por los hombres; los había buenos y, digámoslo, los había también malos; cuando unos comenzaron a conversar con los otros, a contemplarse, de ahí pasaron a las palabras, de las palabras a los roces, a invitaciones, a cadenas de pecados y excesos de libertinaje, afirma el sagrado texto que por todas partes, se cometían enormes delitos; >>y cuáles? íMe horroriza decirlo! delitos de la carne; omnis quippe caro corruperat viam suam. Callóse Dios mientras se cometieron todas las demás atrocidades; pero cuando vio tomar incremento al infame monstruo, del que hablamos, se sintió herido vivamente como por punzante espada; y poseído de pesar y de amargura, exclamó: Me arrepiento de ((**It16.596**)) haber creado al hombre: me poenitet eum fecisse. >>Qué palabras son éstas? >>Es que está Dios sujeto a cambios, al dolor,. al arrepentimiento? Sí, exactamente; pues aunque El es en Sí mismo inmutable, impasible, sin embargo, es tan grande la injuria que se le hace con el pecado de sensualidad que, a nuestra manera de entender, si fuese posible, movería al mismo Dios al arrepentimiento, le causaría amarguísimo dolor; lo cual, Dios no manifestó para los otros delitos, aun los más enormes: de nullo peccato legitur dixisse Deum quod poenituit fecisse hominem nisi de peccato carnis, son palabras del máximo doctor San Jerónimo. Por lo cual, ni la desobediencia de Adán, ni el fratricidio de Caín, ni las muchas prevaricaciones del pueblo de Israel, ni siquiera el deicidio, cometido de la manera más execrable e infame en la persona del Salvador, pudieron jamás hacer salir de la boca de Dios expresiones de tan vivo resentimiento: de nullo peccato legitur dixisse Deum quod poenituit fecisse hominem nisi de peccato carnis. Decidme ahora: >>será un mal pequeño el que mueve a tal amargura a Dios hasta causarle el más vivo pesar, hasta dolerse de haber creado al hombre? Y no sólo se resintió Dios con palabras; sino que llegó a los hechos, llegó al más terrible de los castigos, que jamás se oyó ni se oirá en los siglos venideros. Puesto que, dijo Dios cada vez más indignado, ya que el hombre se ha entregado a pecados tan nefandos, a acciones tan torpes, a tan feas suciedades, yo mismo haré sentir sobre él el peso de mi venganza. No por medio de la tierra, como sucedió a Nadab y Abihú que fueron tragados vivos entre llamas por ella, ni por medio de pestes o crueles mortandades o entregándolo al poder de despiadados que los traten duramente; no, yo mismo lo raeré de la tierra: delebo hominem, quem creavi; a facie terrae. Habría bastado, sin duda, que Dios hubiese quitado del mundo al pecador; pero, como si temiese que quedara todavía algún retoño de aquella gente inicua, quiso que todos, (**Es16.490**))
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