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((**Es16.42**) el renombrado escritor del Figaro 1; pero inútilmente, porque había salido de Mentón pocos días antes. Cuando llegó a Niza, aquellos Hermanos, que temían por su salud, se alegraron mucho al verle en buenas condiciones. Dios bendecía su viaje; en efecto, generosos bienhechores respondían a su deseo de hallar medios para sostener, ampliar y multiplicar sus obras benéficas. Uno de ellos le ofreció todo lo necesario para pagar la mayor de las deudas que gravaban la casa de Niza. Las conferencias que dio en la consabida iglesia de la Virgen y en el Patronato, tuvieron también bastante buen resultado. Il Pensiero, periódico italiano local, presentaba una crónica de las mismas y decía: <>. Un día se le presentó una señorita y le contó una milagrosa historia. Era sordomuda de nacimiento, y el año anterior la habían llevado sus padres a don Bosco para que la bendijese. Don Bosco la bendijo, ((**It16.39**)) y prescribió a sus padres unas oraciones para rezarlas durante determinado tiempo. Rezaron aquellas oraciones hasta el término fijado y la sordomuda oía y hablaba perfectamente: daba fe de ello con su propia presencia. -Ahora, concluyó con facilidad de palabra, tengo una gran deuda con María Auxiliadora y pregunto cómo puedo satisfacerla. Es fácil imaginar cuál fue la respuesta 2. Un desagradable percance espantó por un instante al director don José Ronchail y al barón Héraud; pero afortunadamente fue más el susto que el daño. El veinticuatro de febrero, a primeras horas de la tarde, salió don Bosco en compañía de ambos, para ir a visitar a monseñor Balain, Obispo de Niza, y ver después un terreno que se tenía intención de ofrecer gratuitamente, en el caso de que, como parecía, procediese el Gobierno a la expropiación del inmueble de la Plaza de Armas para construir en él un cuartel. Don Bosco quiso hacer todo el trayecto a pie y, al llegar a la rambla Paglione, en lugar de seguir andando hasta el puente Garibaldi, prefirió acortar el camino, atravesando el cauce del torrente. Lo había hecho así en sentido contrario siete años antes y, precisamente, el día veinticuatro de febrero, cuando había ido a comprar el chalet Gautier; deseaba, conmemorar aquel aniversario. El cauce, como suele suceder en los torrentes, 1 Véase vol. XV, pág. 444. 2 Véase la circular de don Miguel Rúa a los Inspectores, 29 de marzo de 1885.(**Es16.42**))
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