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((**Es16.35**) Faltaban dos días para la partida y al comunicárselo al barón Carlos Ricci des Ferres, le invitaba a que fuera a verle en el Oratorio, pues tenía que hablarle de un asunto. Muy apreciado señor Barón: Si, en la jornada de mañana, día treinta, puede pasar un momento por el Oratorio, hablaríamos con gusto de nuestros asuntos. Mañana o, mejor, pasado mañana (31), saldré para Génova y, después, hacia Francia. Dios le bendiga, mi querido señor Barón; si El quiere darle espinas en la tierra, prepárele al menos algún consuelo y le asegure flores para disfrutarlas un día allá arriba en el Paraíso. Amén. Tenga a bien rezar por este pobrecito, siempre suyo en J. C. Turín, 29 de enero de 1883. Su seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. Durante el mes había recibido tres cartas de París. Para tener allí una morada tranquila había rogado al párroco de Nuestra Señora de las Victorias, que tuviese la bondad de hospedarle en la casa parroquial; pero aquél le contestó que con gran sentimiento no podía concederle el favor pedido y le explicaba los motivos 1. En una carta suya del año anterior al conde de Richemont, le había manifestado la intención de visitarlo en París a comienzos del 1883; el Conde, apenas llegó el mes de enero, se apresuró a manifestarle su viva satisfacción y la cordial espera de toda la familia. A fines del mismo mes, recibió la carta del abate Moigno, célebre científico de quien ya hicimos mención, entusiasta cooperador ((**It16.31**)) salesiano; por ella, vemos que él había estado recientemente en Turín. La afectuosa veneración por don Bosco, que rebosa su escrito, nos aconseja dar a conocer este documento a los lectores 2. No le pareció bien al Siervo de Dios ausentarse por tanto tiempo de Turín, sin despedirse del Arzobispo y recibir su bendición. Después de la conocida Concordia, era ésta, por su parte, una delicada prueba de sinceridad y muy de acuerdo con los sentimientos, con que había cumplido las condiciones puestas por el Papa. Fue, pues, con este fin al palacio arzobispal; pero no pudo obtener audiencia. Al volver a casa, dijo al que le había acompañado: -Monseñor no ha querido hablarme, ahora que yo le buscaba. Muy pronto, me buscará él a mí y no me encontrará, porque no estaré. 1 Véase Apéndice, doc. núm. 12. 2 Véase Apéndice, doc. núm. 13. No hemos podido encontrar el original, pero sí la traducción del mismo, hecha por el coadjutor políglota Quirino, tal vez porque el abate tenía una escritura muy difícil de leer.(**Es16.35**))
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