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((**Es16.329**)obstácul os para llegar hasta el límite de aquellas regiones. No sé explicar cómo se verificaba en mi vista tan extraordinario fenómeno. Yo estaba como quien desde lo alto de una colina, al ver extendida a sus pies una gran región, se coloca delante de los ojos, a pequeña distancia, una estrecha tira de papel y no ve nada o muy poco; mas si se quita aquel papel o lo levanta o lo baja un poco, la vista puede extenderse hasta el extremo horizonte. Así me sucedió a mí durante aquella intuición adquisitiva; pero con esta diferencia: a medida que yo me fijaba en un punto y este punto pasaba delante de mí, era así como si se fuesen levantando sucesivamente diversos telones, tras los cuales, yo contemplaba distancias incalculables. No sólo veía las Cordilleras cuando estaban lejos, sino también las cadenas de montañas, aisladas en aquellas llanuras inconmensurables, a las cuales veía en sus más pequeños detalles. (Las de Nueva Granada, de Venezuela, de las tres Guayanas; las de Brasil y de Bolivia hasta los últimos confines). Pude, pues, comprobar la exactitud de aquellas frases oídas al principio del sueño en la gran sala situada bajo el grado cero. Veía las entrañas de las montañas y los profundos senos de las llanuras. Tenía ante mi vista las riquezas incomparables de aquellos países, riquezas que un día serían descubiertas. Vi innumerables minas de metales preciosos, galerías interminables de carbón mineral, depósitos de petróleo tan abundantes como hasta ahora no se han encontrado en otros lugares. Pero esto no era todo. Entre el grado 15 y el 20 había una sinuosidad tan larga y tan estrecha que partía de un punto donde se formaba un lago. Entonces una voz dijo repetidas veces: -Cuando se comiencen a explotar las minas escondidas en aquellos montes, aparecerá aquí la tierra prometida que mana leche y miel. Será una riqueza inconcebible. Pero tampoco esto era todo. Lo que mayormente me sorprendió fue el ver que en varios lugares en los que las Cordilleras, replegándose sobre sí mismas, formaban valles, de los cuales los actuales geógrafos ni siquiera sospechan la existencia, imaginándose que en aquellas partes las faldas de las montañas están como cortadas a pico. En estos valles y en estas sinuosidades que tal vez se extendían millares y millares de kilómetros, habitan densas poblaciones que aún no han entrado en contacto con los europeos, pueblos que son aún completamente desconocidos. ((**It16.391**)) El tren continuaba, entretanto, a toda marcha y después de girar hacia un lado y hacia otro, se detuvo. Allí bajó una gran parte de los viajeros que, pasando bajo las Cordilleras, se dirigió a Occidente. (Don Bosco se refería a Bolivia. La estación era tal vez La Paz, donde una galería, al abrir el paso hacia el litoral del Pacífico, puede poner en comunicación el Brasil con Lima por medio de otro ferrocarril). El tren se puso nuevamente en movimiento, siguiendo siempre hacia adelante. Como en la primera parte del viaje, atravesamos florestas, penetramos en algunos túneles, pasamos sobre gigantescos viaductos, nos internamos entre las gargantas de las montañas, costeamos lagos y lagunas, sobre enormes puentes cruzamos ríos anchísimos, recorrimos inmensas llanuras y praderas. Bordeamos el Uruguay. Creí que era un río poco caudaloso, pero es anchísimo. En un punto vi al río Paraná que se acerca al Uruguay como si viniese a ofrecerle el tributo de sus aguas; mas, después de discurrir durante un buen trecho paralelamente, se alejan haciendo un ancho recodo. Ambos ríos eran caudalosos. (Según estos pocos datos parece que esta futura línea de ferrocarriles, saliendo de La Paz, llegaría a Santa Cruz, pasando por la única abertura que existe en los montes llamados Cruz de la Sierra, que es atravesada por el río Guapay; bordearía el río Parapiti en la provincia de Chiquitos, en Bolivia; tocaría el extremo norte de la (**Es16.329**))
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