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((**Es16.327**) éstas estaban habitadas por indígenas bastante numerosos; otras estériles, desnudas, rocosas, deshabitadas; otras completamente cubiertas de hielo y nieve. A occidente numerosos grupos de islas, habitadas por muchos salvajes. ((**It16.388**)) (Parece ser que el nudo colocado sobre el número o grado 47 representase el lugar de partida, el centro salesiano, la misión principal donde los misioneros, después de concentrados, salieron hacia las islas Malvinas, Tierra del Fuego y otras islas de aquellas regiones de América). Por la tarde opuesta, esto es, del 0 al 10 continuaba la misma tierra terminando en aquella agua que ya había visto últimamente. Me pareció que aquella agua era el Mar de las Antillas que contemplaba entonces de manera tan sorprendente que no me sería posible expresar con palabras tal visión. Cuando yo dije: -Hay agua, aquel jovencito me respondió: -Ahora sume 55 más 10. >>Cuánto hacen? Y yo: -Suman 65. -Ahora ponedlo todo junto y formaréis una sola cuerda. ->>Y después? ->>Hacia esta parte qué es lo que hay? -Y me señalaba un punto en el panorama. -Hacia el Occidente veo altísimas montañas y al Oriente el mar. (He de hacer notar que yo lo veía todo en conjunto, como en miniatura, lo mismo que después, como diré, vi en su grandiosa realidad y en toda su extensión, y los grados señalados en la cuerda y que correspondían con exactitud a los grados geográficos de latitud, fueron los que me permitieron retener en la memoria durante varios años los puntos sucesivos que visité, al hacer el viaje en la segunda parte del sueño). Mi joven amigo prosiguió: -Pues bien, estas montañas son como una orilla, como un confín. Desde aquí hasta allá se extiende la mies ofrecida a los salesianos. Son millares y millones de habitantes que esperan vuestro auxilio, que aguardan la fe. Dichas montañas eran las cordilleras de los Andes de América del Sur y aquel mar el Océano Atlántico. -Y >>cómo hacer?, repliqué yo; >>cómo conseguir conducir tantos pueblos al redil de Jesucristo: ->>Cómo hacer? íMirad! Y he aquí que llega don Angel Lago 1 que traía una canasta de higos pequeños y verdes, el cual me dijo: -íTome, don Bosco! ->>Qué me traes?, pregunté yo mientras me fijaba en el contenido del canasto. -Me han dicho que se los traiga a usted. -Pero, estos higos no son comestibles; no están maduros. Entonces, mi joven amigo tomó aquel canasto, que era muy ancho, pero que tenía muy poco fondo, y me lo presentó diciendo: -íHe aquí el regalo que os hago! ->>Y qué debo hacer con estos higos? ((**It16.389**)) -Estos higos no están maduros, pero pertenecen a la gran higuera de la vida. Debéis buscar la manera de hacerlos madurar. 1 Don Angel Lago, secretario particular de don Miguel Rúa, muerto en olor de santidad en 1914.(**Es16.327**))
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