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((**Es16.253**) evidente que el General, al obligarse a dar para la iglesia en construcción, daba a la Orden y no tenía que rendir cuentas a nadie. Así, aquel mismo año, los Franciscanos de Quaracchi pusieron manos a la obra, para presentar los diez tomos de la magnífica edición crítica de Doctoris Seraphici S. Bonaventurae Opera Omnia. EN EL TERREMOTO DE CASAMICCIOLA La caridad de don Bosco tuvo pronto una nueva ocasión para manifestarse en el campo, que le era más apropiado. Un terrible movimiento sísmico sacudió el día veintiocho de julio toda la isla de Ischia, al norte del golfo de Nápoles, y arrasó Casamícciola, linda población situada en las faldas del monte Epomeo, que era una de las más importantes estaciones termales. Italia entera se conmovió por el desastre; los Obispos hicieron llamamientos al corazón de los fieles, para que ayudaran a socorrer a los desgraciados supervivientes. También monseñor Vogliotti, vicario capitular de la archidiócesis de Turín, exhortó a tender la mano para aligerar las desdichas de aquellos isleños. Don Bosco, movido a compasión especialmente por los infelices huerfanitos, escribió a Monseñor: Rvmo. Monseñor Vogliotti, Vic. Gral. Cap.: Deseoso de corresponder en mi poquedad a la invitación de V. S. Rvma. en favor de los desgraciados de Casamícciola, me ofrezco a recibir por ahora a dos muchachos pobres, entre los doce y los dieciséis años de edad. Desde luego tendrán que uniformarse a la disciplina de la casa, en la que serán alimentados y vestidos hasta que, con la ciencia adquirida o con un oficio aprendido se hallen en situación de ganarse en otra parte el pan para vivir. Querría colaborar con mayor abundancia, ((**It16.299**)) en ayuda de este público desastre, pero, al presente, no puedo hacer más. Quiera Dios concedernos tiempos mejores, tiempos de paz y de prosperidad. Ruego a su bondad tenga a bien comunicárselo al caritativo Sanfelice, Arzobispo de Nápoles, para el envío de los mencionados huerfanitos, el día que juzgue más oportuno. Con profunda veneración, tengo el alto honor de poderme profesar, De V. S. Rvma. Turín, 4 de agosto de 1883. Afmo. servidor, JUAN BOSCO, Pbro. El Vicario Capitular comunicó al Arzobispo de Nápoles el ofrecimiento de don Bosco y le respondió que monseñor Sanfelice agradecía su generosidad y que no dejaría de aprovecharla oportunamente. (**Es16.253**))
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