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((**Es16.243**) para el señor Obispo, alabanzas para la Francia católica, augurios para los mayordomos, invitación para tributar un aplauso al teólogo Margotti, allí presente, valeroso director de la Unit… Cattolica 1. ((**It16.286**)) Uno de los temas de conversación fue el viaje a París con las correspondientes demostraciones que lo acompañaron. El dejaba hablar; pero su humildad supo encontrar oportunamente la manera de manifestarse. A un comensal italiano, confidente suyo, díjole en voz baja y riendo: -íCuántas veces me encontraba embrollado sin saber qué hacer! El Obispo se quedó cuatro días en el Oratorio. El último día dio las buenas noches a los aprendices y terminó de esta manera: -Me voy con el corazón emocionado, profundamente impresionado por todo lo que he visto. Iré a la comarca de Venecia y hablaré de don Bosco en todas partes, de su admirable institución, de las majestuosas funciones religiosas a que he asistido, de sus piadosos alumnos y diré: -No es verdad que esté apagada la fe, que haya muerto la piedad, que ya no se celebren espléndidas funciones y que haya desaparecido el sentimiento católico. No, contestaré, id a Turín a la casa de don Bosco y allí veréis que el culto sagrado es estupendo, que los cantos os elevan a los cielos, que ochocientos jóvenes practican la piedad y la religión de una manera verdaderamente edificante (...). íAh, con qué alegría me quedaría con vosotros y viviría vuestra vida! Las últimas palabras no expresaban únicamente un piadoso deseo, como al poco tiempo se vio. Este Prelado, hijo de familia condal, no perdió el recuerdo afectuoso de don Bosco, del Oratorio y de la vida salesiana; por lo cual en el mes de agosto, después de madura reflexión, pidió retirarse a la sombra del santuario de María Auxiliadora. Tenía sesenta años. Estaba dispuesto a dejar, si lo lograba, toda insignia episcopal, para no distinguirse en nada del resto de la comunidad y vivir como un súbdito más de don Bosco. Pensaba que allí podría atender al confesonario y dar instrucción religiosa. Tan pronto como obtuviese del Santo una palabra de asentimiento, presentaría al Papa 1 DU BOIS (obra citada, pág. 301). Escribe sobre este brindis: <>. Algunos franceses se adhirieron a la fiesta con cartas a don Bosco; entre otros, el abate Engrand de Aire, que comunicó una gracia muy grande (Apéndice, doc. núm. 73), y la señora Quisard, que envió una cuantiosa limosna para la iglesia del Sagrado Corazón (ibídem, doc. núm. 74). (**Es16.243**))
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