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((**Es16.241**) vosotros. Tengo muchas cosas que deciros, mas, por ahora, basta; quiero ir a celebrar la santa misa en el altar de María Auxiliadora... Estas palabras, proferidas con paternal afecto, conmovieron a todos y arrancaron lágrimas de ternura a muchos. Todos los muchachos lo siguieron espontáneamente a la iglesia. Después de una noche de tren, pasada muy incómodamente, aunque extenuado de fuerzas y, a pesar de lo avanzado de la hora, había querido mantenerse en ayunas para poder celebrar. Al final, se entonó el himno de acción de gracias 1. La mencionada inscripción era una sencilla variación de otra del 1867, que decía: Roma te honra, Turín te ama. Se repitió, por tanto, un hecho análogo: entonces se molestaron los romanos y ahora se disgustaron los franceses. En realidad, ni la una ni la otra decían la verdad; pues, adonde quiera que fuese, don Bosco despertaba a su alrededor porfías de amor y él prefería ese amor a todos los honores. Pero la culpa fue del decorador, que creyó dar una gran sorpresa haciendo, por su cuenta, reaparecer así modificada la inscripción de 1867; si lo hubiese consultado a los superiores, éstos no se lo habrían permitido. ((**It16.284**)) FIESTA DE MARIA AUXILIADORA Aquella misma tarde, dio don Bosco una conferencia a los Cooperadores en la iglesia de San Francisco., de acuerdo con el aviso e invitación enviados desde París el día veinticinco. Sacerdotes y seglares llenaron el sagrado recinto. Habló durante casi una hora. El tema fue que, vistas las condiciones de los tiempos, la educación moral de la juventud constituía una de las obras más importantes, a la que era menester entregarse. Alabó los esfuerzos ya hechos por los católicos de distintos países con este fin y puso de relieve los progresos alcanzados por los Salesianos en este campo. A continuación, empezó a hablar de su viaje por Francia, mostrando lo mucho que apreciaban allí la unión de Cooperadores el clero y los seglares. Tocó por último el tema de los medios de cooperación. No eran ideas nuevas para los Cooperadores turineses; los que iban a escuchar a don Bosco, iban para oírle a él, dijera lo que dijera y no para oír novedades. La segunda conferencia fue para las Cooperadoras y la dio también él, en la iglesia de María Auxiliadora, la víspera de la fiesta. Demostró que María ama a la juventud y, por consiguiente, ama y 1 Unit… Cattolica, 3 de junio de 1883. (**Es16.241**))
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