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((**Es16.225**) en la oración. El predicador comienza con una voz que no es alta ni baja; tiene acento extranjero, pero se expresa de manera fácil de entender; habla con sencillez, sin alardes de elocuencia, sin animarse siquiera, menos cuando trata de Dios, de la religión y de salvar las almas. Ese sacerdote, ese predicador es don Bosco>>. ((**It16.263**)) Los orígenes de los oratorios y de los hospicios, la fundación de las dos familias religiosas, las Misiones de América, la pía Unión de Cooperadores, la exhortación final a la limosna, fueron, como de costumbre, el tema de su discurso. <>. El artículo concluye con estas palabras: <>. Todas las mañanas daba audiencia en el orfanato de San Gabriel, después de celebrar la misa; allí iban a recogerle para acompañarlo a visitar enfermos o para ir a almorzar en casa de familias distinguidas, que se disputaban el honor de sentarlo a su mesa. Fueron tantas las invitaciones, presentadas con antelación en la administración del orfanato, que fue preciso hacer una lista. Cuando se le enseñó la nota con la indicación de los lugares, adonde día tras día tenía que ir a las horas de las comidas, la leyó con atención, y dijo después a don Miguel Rua: -íMira qué horario! Yo esperaba una nota que dijera: Hoy visita a tales iglesias, después peregrinación a tal santuario; pasado mañana ayuno y retiro; luego conferencia espiritual. Y en cambio, fíjate: ícomida, comida y comida! Bendito sea Dios. No profirió estas palabras con tono áspero, que no era su ((**It16.264**)) costumbre, sino con un aire de sencillez resignada, que movió a risa a los presentes. (**Es16.225**))
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