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((**Es16.213**) Ahí tenéis las obras, que vuestra caridad protege y que la bondad de Monseñor dirige. Así, pues, Monseñor, que Dios le bendiga, con su divina clemencia, que le conceda largos días felices y que pueda consagrarlos a la protección ((**It16.249**)) de las obras católicas de paz y de concordia; que El le permita ver lo que más ardientemente desea, es decir, que se multipliquen cada día más todas las obras juveniles, que tanto honran a Francia y a todos los franceses. íQue Dios proteja a esta hermosa y noble Francia! Que El la salve y le dé la paz y tranquilidad y nos conceda a nosotros, Monseñor, verle en el último día llevado en alas de los Angeles de la tierra al cielo. Que todas estas obras de caridad, emprendidas por usted ahora, sean con la divina protección del Señor, una semilla de bien, que dé fruto cada día más copioso y sea en la tierra la gloria de Francia y de todos los buenos católicos. Cuando él terminó, Monseñor en su calidad de Presidente, expuso con palabras que le brotaban del corazón la finalidad de la obra en favor de los orfanatos agrícolas, alabó la generosidad de los dirigentes y mostró la dura necesidad de la lucha, que la Iglesia debía sostener contra la impiedad para defender las almas de los muchachos. Por último, invitó a don Bosco a bendecir a la asamblea. El Santo accedió en seguida, pero antes tomó de nuevo la palabra y dijo: -Antes de daros la bendición, os pido licencia para deciros una palabra más. En este momento conozco todavía mejor, si es posible, la magnitud de la obra de la que sois patronos y protectores y de la que yo tuve varias veces la fortuna de beneficiarme. Pero hoy me encuentro en la ocasión de poder recomendar más encarecidamente el destino de esta obra regeneradora de hoy y que, en el porvenir, será una verdadera fortuna para la sociedad. Vuestra obra es muy conocida por nuestro Santísimo Padre. La última vez que tuve el gran honor de verle, me encargó os diera, o mejor, os transmitiera su particular bendición y os asegurara que os recomendará siempre a Dios. Así, pues, ahora os doy la santa bendición según la intención del Padre Santo. Toda la asamblea estaba emocionada. Mientras hablaba, veíanse correr las lágrimas por las mejillas de muchos. Escribía el órgano mensual de la obra 1: <((**It16.250**)) tal intensidad de caridad y de fe que llega al corazón>>. También el Figaro del 2 de mayo, al notificar el acto, aprovechó la ocasión para hablar de la estancia de don Bosco en París, y lo hizo en términos simpáticos, presentando al Siervo de Dios en su aspecto 1 L'Orphelin. Revista de la Sociedad del Patronato de los orfanatos agrícolas de Francia, año IV (6 de junio de 1883). (**Es16.213**))
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