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((**Es16.193**) la bendición, el Conde empezó a levantarse y a caminar; no curo perfectamente, pero pudo, durante el resto de su vida, dedicarse a obras de beneficencia y a los estudios. Había prometido mil francos mensuales durante un año, si se ponía mejor; parecióle la gracia tan evidente que se creyó en el deber de mantener la palabra dada. Al enviarle el segundo plazo, la Condesa recomendó a don Bosco un hijo que se había puesto enfermo; el Santo le contestó, por medio del secretario, dándole las gracias e infundiéndole ((**It16.224**)) nueva esperanza en la poderosa intercesión de María Auxiliadora 1. Por los periódicos y las cartas podemos argüir que, en estas visitas a casas privadas, su bendición obró muchos otros prodigios, cuyo número y calidad resulta imposible determinar y exponer con precisión. Humildad y prudencia pedían reserva; sin embargo no puede negarse la realidad de algunos, aun sin tener elementos cronológicos o topográficos exactos. Así, una carta escrita a don Miguel Rúa, desde Quimper el 8 de octubre de 1894, habla de una señora, que fue bendecida por don Bosco en París y obtuvo la curación de un mal físico y aflicciones morales. A continuación, le había dado el Santo esperanzas de una conversión, que parecía entonces muy difícil; y su previsión se cumplió once años después. La Condesa de Eu, hija de don Pedro, el emperador de Brasil, tenía enfermo a un hijo, presunto heredero del trono. Invitó a don Bosco a ir a su casa, fue escuchada y el enfermo comenzó a mejorar enseguida; pero la mejoría no alcanzó la curación. En efecto, el capellán de la familia escribía en el mes de agosto a don Miguel Rúa y pedía oraciones en nombre de la madre, describiendo un estado del príncipe poco consolador. Una carta de don Bosco a la Condesa le aseguraba sus oraciones y las de sus hijos 2. Más tarde, envióle don Bosco respuesta al Príncipe con una carta, y supo por su preceptor, que la madre, al regresar a Río de Janeiro, había hablado en su favor al Soberano. Tanto ella como su esposo se consideraron honrados por ser inscritos entre los primeros Cooperadores de Brasil. Más portentoso es el hecho siguiente. Una tarde fue llamado don Bosco a bendecir a un muchacho enfermo, que tenía de doce a trece años. Contestó que iría a bendecirlo, pero con una condición: ->>Qué condición?, preguntaron los parientes. -Que mañana venga a ayudarme a misa. 1 Véase Apéndice, doc. núm. 51, A-B. 2 Véase Apéndice, doc. núm. 52, A-B. (**Es16.193**))
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