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((**Es16.103**)que de don Bosco, una especie de San Vicente de Paúl italiano>>. Sigue después una descripción de lo que el redactor ha visto en casa de la señora De Combaud. Toman por asalto su habitación; se llenan de bote en bote las iglesias adonde él va; cuando se anuncia que va a hablar desde el púlpito, hay que montar un servicio de orden para contener la avalancha. En todos los grupos se oye la descripción de sus obras extraordinarias y se oye repetir. -El padre... el santo... El padre y el santo son la misma persona, don Bosco. También nosotros hemos querido ver, no lo ocultamos, al hombre que se ha ganado semejantes pruebas de veneración con una vida benéfica. Hemos ido efectivamente con este intento a la avenida de Mesina, donde don Bosco se hospeda, en el magnífico palacio particular de una familia amiga. Había muchos coches delante de la puerta. En el patio, un vaivén de visitantes. El portero discutía con muchas personas que querían hacerse inscribir. En la amplísima sala de entrada, donde se reunían los que habían obtenido audiencia para aquel día, ya no había una silla libre. Subimos la escalera y nos introdujeron en la sala donde don Bosco recibía. Había tanta gente esperando que apenas tuvimos tiempo de saludarlo. Es un hombrecito muy sencillo, diríase tímido, que se expresa en francés con un ligero acento italiano. Don Bosco presentó el periodista a don Camilo de Barruel, el cual le acompañó a don Miguel Rúa. Don Miguel Rúa, <>, escribe el periodista, tenía entre manos la correspondencia. Y observa el visitante: <>. Precisamente para despachar la correspondencia, a veces de ((**It16.115**)) carácter delicado, don Bosco había pedido a fines de abril 1 a don Miguel Rúa que fuera a París. Don Camilo de Barruel, aunque ayudado voluntariamente por otros, no lograba salir de apuros. El día dos de mayo, escribía don Miguel Rúa al Director del Oratorio: <>. También la institutriz de las hijas de la señora de Combaud y algunas señoritas Oblatas, les aligeraban el trabajo en los límites de lo 1 Don Miguel Rúa dice en los procesos que llegó a París tres días después del discurso pronunciado en la iglesia de la Madeleine. Don Bosco había hablado allí el día veintinueve de abril. (**Es16.103**))
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