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((**Es15.586**) nosotros una prenda segura. Mostró también deseo de saber algo sobre Passaglia, que estuvo con él, prometió mucho y no hizo nada. Al despedirme, me dijo que hablará de nuevo con el Papa, en la primera ocasión, sobre los Privilegios e insistió mucho para que le comunicase que deseaba una avemaría a la Virgen en su favor, pero dicha por don Bosco. El cardenal Nina está tan encariñado con nosotros que, después de mi última visita, ya ha venido dos veces a verme y el domingo estuvo conmigo una hora. Me contó ciertas habladurías que hacían algunos enemigos nuestros para echarnos por tierra y se atrevió a decirme que deben partir del cardenal Ferrieri, el cual hizo al Papa una fea descripción sobre nosotros. La última visita que le hice al presentarle la última carta que le llevé, él mismo entró en el tema para aclararlo todo y me hizo oír algo cáustico sobre Ferrieri. El Papa dijo: -Sí, tienen muchos enemigos y deben caminar con pies de plomo, porque en Roma se exageran las pequeñeces. Habló a continuación de La Spezia, accedió a la petición de ayudar con un subsidio a aquella santa obra y ahora no dejaré ni a sol ni a sombra al Cardenal para que lo cobre. Con él alabó mucho a don Bosco y a sus obras y se mostró satisfechísimo de todos y de todo. Habiéndole hablado de nuevo en esta ocasión sobre nuestros privilegios y con mucha insistencia, dijo el Padre Santo: -Pero es un instituto que acaba de nacer y es preciso que vayamos despacio y se lo concedamos uno a uno. Replicó entonces el Cardenal: -Pero ya sería hora de comenzar con este uno para seguir con los demás. ((**It15.682**)) Intente, pues, usted renovar la petición de uno, el más necesario para las misiones, que lo obtendremos con el apoyo del cardenal Simeoni. En una sola semana, he hablado durante casi tres horas con el cardenal Nina, el cual, con inefable confianza, me contó muchas cosas, muchas intrigas, muchas ofensas que sólo a usted confío (...). De palabra, mejor que por escrito, le diré muchas otras cosas. Aquí, por nuestra parte, todo va bien. Todos queremos saludarle y desearle por mi medio y conmigo unas buenas fiestas, un buen fin y principio de año, y lo hago con mucho gusto, convencido de que aceptará nuestras felicitaciones con su corazón paternal, que tanto alegra y serena el ánimo de sus hijos que mucho le quieren y entre los cuales se gloría de ser tenido por el más pícaro. Roma, 18 de diciembre de 1882. FRANCISCO DALMAZZO, Pbro. P. D. Hoy llega monseñor Manacorda; lo recibiremos lo mejor que podamos. En el mes de diciembre, fue a Roma monseñor Manacorda, obispo de Fossano; era amigo de don Bosco en todo el sentido de la palabra y muy conocedor de los dicasterios romanos, en los que había hecho su carrera; podía, por consiguiente, ayudar muchísimo en aquellas circunstancias a sus intereses en los mismos; aunque ciertamente su viaje no tuvo por finalidad este preciso objeto. El Beato informó de ello al Procurador, adornando la carta con un precioso aviso. De la rifa se hablará a continuación. (**Es15.586**))
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