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((**Es15.502**) LECCION SALUDABLE. Había en Nizza Monferrato cierta Condesa que no daba crédito a la santidad de don Bosco y, sobre todo, no quería admitir sus luces sobrenaturales. Un día fue invitada a almorzar en casa de la condesa Corsi, a donde también fue don Bosco, acompañado por don Juan Bautista Lemoyne y don Juan Bautista Francesia. Ella se sentaba junto al Siervo de Dios. Le preguntó varias veces, durante la conversación, si era cierto que conocía los secretos del corazón. Don Bosco desviaba la conversación y hasta le dijo, con buenas maneras, que no era oportuno hablar en la mesa de ciertos asuntos. Pero ella volvía obstinadamente a la carga, hasta que, casi con aire de burla, le preguntó: -Dígame, >>conoce acaso algo sobre mí? Entonces creyó don Bosco que debía hablar. Inclinóse un poquito hacia un lado, colocó su mano como pantalla ante la boca y susurróle algo al oído. La señora enmudeció instantáneamente, palideció, se levantó y salió de la sala. Creyéndola indispuesta, hubo quien acudió a toda prisa, pero ella rogó que llamaran a don Bosco porque quería confesarse. Lo llamaron, en efecto, pero él respondió que la dejaran en paz; y no se movio. Parece que después se confesó realmente. Es cierto que desde aquel día cambió de vida y llegó a ser bienhechora del Santo. Porque es de saber que, aunque ella procuraba guardar las apariencias, no todos ignoraban que su conducta no era muy cristiana. (**Es15.502**))
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