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((**Es15.470**) El hecho por muy reciente, era ya conocido en Rímini, en el ambiente eclesiástico y en otras partes; ello sirvió para aumentar la expectación de la llegada de don Bosco. ((**It15.544**)) El clero de la ciudad fue el primero en dar ejemplo de veneración al Siervo de Dios. A su llegada, lo estaba esperando el Rector del seminario con el coche del Obispo, monseñor Francisco Battaglini, que quiso se hospedara en su palacio, salió a su encuentro hasta el pie de la escalinata, le colmó de atenciones durante su estancia y le asignó la habitación y el lecho, donde había dormido Pío IX cuando visitó la Romaña. El viernes, doce de mayo, fue a celebrar en la iglesia de Santa Clara, en el altar de N. S. Madre de la Misericordia que, el año 1850 había movido los ojos ante millares de personas; precisamente aquel día se celebraba el aniversario del prodigio. Después de la misa, predicó un sermoncito al pueblo, exhortándolo a perseverar en la devoción a María, Madre de misericordia. Ayudáronle a misa dos noveles sacerdotes, los reverendos Berlini y Tendi, más tarde párrocos que no olvidaron nunca aquella suerte. Mientras atendía en la sacristía a los que deseaban hablar con él, llegó el Obispo para acompañarle a una reunión de damas del señorío de Rímini, que se dedicaban a hacer obras de caridad, especialmente visitando y socorriendo a los enfermos. Se las presentó el mismo señor Obispo, y él les propuso enseguida que se hicieran todas cooperadoras salesianas, propuesta que aceptaron con mucho gusto. Después les exhortó a que extendieran sus cuidados a las niñas y a los niños, ayudando a los párrocos a enseñar el catecismo. Fue después al Seminario, donde habló e impartió su bendición a unos setenta seminaristas, entre pequeños y mayores. Siempre en compañía del Obispo se quedó a almorzar con los padres Buffalini de Santa Clara. De allí fue al palacio que perteneció a Francisca de Rímini para bendecir a un enfermo, yacente desde hacía cuarenta y dos años. Desde una ventana, le mostraron en la plaza el lugar, donde hizo san Antonio el milagro del asno que se arrodilló ante el Santísimo Sacramento, y la playa, desde la que el gran taumaturgo predicó a los peces. Después, el señor Francisco Massani obtuvo que ((**It15.545**)) acudiera a bendecir a su esposa enferma. Don Bosco le predijo que no sanaría de la enfermedad que sufría, pero que viviría largos años; lo cual se verificó, pues la señora llegó a los setenta y dos. Dijo al joven sacerdote don José Casicci, allí presente, que lo nombrarían párroco y así fue. Después de estas visitas, volvió a Santa Clara para dar la bendición eucarística (**Es15.470**))
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