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((**Es15.449**) Que el dar limosna no está solamente recomendado, sino mandado, lo demostró el Salvador, especialmente con la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro. Había un rico señor, dijo El, que gastaba su dinero en opíparos banquetes y ricas vestiduras, y, al mismo tiempo, un mendigo le pedía inútilmente algo con qué matar el hambre. Después de algún tiempo murieron ambos. Murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán; murió el rico y >>cuál fue su suerte? Oigámosla de boca del mismo Jesús: Murió el rico y fue sepultado en el infierno, mortuus est dives et sepultus est in inferno. >>Y por qué culpa? >>Acaso porque blasfemaba? >>Porque era deshonesto? >>Porque era injusto o ladrón? El Evangelio sólo dice que el rico gozaba con sus bienes sin hacer partícipes de ellos a los necesitados. Induebatur purpura et bysso et epulabatur quotidie splendide. >>Que más se quiere para hacer comprender que Dios quiere a toda costa que el rico haga caridad y se muestre misericordioso con los pobres? Quizá algunos de vosotros digan: -Esto es muy grave y ((**It15.519**)) espantoso. -Tenéis razón, y siento habéroslo recordado a vosotros, que seguramente no lo merecéis. Por el contrario, lo hubiera recordado con gusto a ciertos señores y señoras, que no se encuentran aquí y que desperdician el dinero, comprando y manteniendo varios pares de magníficos caballos, de los que podrían prescindir y hacer ahorro, sin detrimento de su propio decoro; a ciertos señores y señoras, que derrochan y malgastan el dinero en comidas y cenas, en vestidos, en galas, en bailes, en teatros, etc., mientras que habrían podido, con una vida más cristiana, socorrer muchas miserias, enjugar muchas lágrimas, salvar muchas almas. A esos sí que sería necesario hacer que resonasen en sus oídos las terribles palabras de Jesucristo: Murió el rico y fue sepultado en el infierno. A vosotros, en cambio, os recuerdo las bonitas promesas que Dios hace a quien se muestra caritativo, a quien emplea cristianamente sus bienes, a quien promueve y sostiene obras de beneficencia. Dad y se os dará, dice el Señor. Y >>qué os dará? El céntuplo en este mundo y la vida eterna en el otro. En el discurso anunció que impartiría una bendición especial del Papa a los que habían asistido y expresó el deseo de que los católicos se animaran y sacrificaran para sostener las obras de religión y de caridad; que había instituciones ciudadanas y diocesanas a punto de perecer por falta de medios; que el Arzobispo tenía el corazón angustiado; que los bienes de fortuna podían considerarse como una llave para abrir las puertas del cielo o abrir de par en par las del infierno; que rogaba a sus oyentes se ganaran con sus riquezas muchos amigos que, a la hora de la muerte, acudirían a recibirlos y llevarlos a las eternas mansiones. Los socios de la Juventud Católica se distribuyeron entre el auditorio para recoger los donativos. Apenas bajó don Bosco del púlpito, la gente se agolpó a porfía a su alrededor para decirle una palabra o besarle la mano; algunos se arrodillaban implorando su bendición. Después debió permanecer en la sacristía un par de horas para contentar a los que querían verle y hablarle. También el Arzobispo fue (**Es15.449**))
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